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cómo componérmelas para pagar a los obreros el
próximo sábado y usted tendría que encargarse de
pagarlos por mí.
-Prometo hacerlo; que la Virgen me conceda la
gracia de poder levantarme el sábado de esta cama.
>>Pero cuánto hace falta?
-Para esta semana hacen falta mil liras.
-Pues bien, vuelva el sábado y las tendrá.
El Superior volvió el día señalado, después del
mediodía, a casa de la enferma; llamó a la puerta,
salió la camarera a abrir y le pidió noticias de
la señora.
-íPadre, está completamente curada! Se ha
levantado y, no satisfecha de pasearse por la
habitación, ha salido para ir a la iglesia.
-Alabado sea Dios, exclamó el sacerdote. >>Pero
no ha dejado nada para entregarme?
En aquel momento entró la señora, contó la
curación, entregó la cantidad prometida y siguió
ayudando a la santa empresa hasta que ésta se
acabó.
He ahí, señores, uno de los muchos hechos, que
dieron vida al santuario de María Auxiliadora en
Turín. Del millón que se gastó ((**It16.51**)) muy
bien podemos decir que ochocientas mil liras
fueron entregadas por gracias recibidas con
intercesión de la Madre de Dios. Lo que sucedió en
Turín, espero que se repita en Marsella para el
oratorio de San León.
Dio las gracias a las personas que se lo
merecían, habló de los progresos realizados en
varias partes y concluyó con el date et dabitur
vobis (dad y se os dará) 1. En estas palabras se
inspiró el señor Obispo.
Animó a los Cooperadores a colaborar con don
Bosco, instrumento de la divina Providencia, y
estimuló a todos los presentes a hacer el bien con
el ejemplo y las limosnas, y siguió con una
graciosa historieta.
-En Africa del norte, dijo, había un convento
que no poseía nada y, sin embargo, mantenía con la
caridad de los fieles a sus religiosos y a gran
número de pobres; con el correr del tiempo,
disminuyeron tanto las limosnas que se encontraba
en graves apuros. Preocupado el superior y no
sabiendo cómo tirar adelante, fue a ver a un
compañero suyo, rector también de una comunidad, y
le expuso las condiciones en que se encontraba.
Aquél, en cuanto comprendió por sus palabras que
allí, por miedo a quedarse sin blanca, habían ido
reduciendo poquito a poco las limosnas a los
pobres y a la postre las habían suprimido por
completo, encontró al punto la explicación de lo
sucedido. En aquella casa vivían dos hermanas, que
se llamaban Date
1 El Echo de N. D. de la Garde (8 de abril de
1883, núm. 19) escribía: <>.(**Es16.52**))
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