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en santos afectos, para que lo que voy a decir en
este santo lugar sea para honor y gloria vuestra,
para fruto espiritual de mi alma y de las almas de
los que vengan a escuchar.
1.° Motivos. Para comprender lo que debe
moveros a hacer estos santos ejercicios, es
necesario que, ante todo, os hagáis una idea clara
de lo que son. Los ejercicios espirituales no son
más que una serie de meditaciones e instrucciones
que se hacen para mover al hombre a la amistad con
Dios. La finalidad de las meditaciones es la de
llevar al hombre al conocimiento de sí mismo; a
conocer que él no está creado para las miserables
cosas de aquí abajo, sino que está destinado a una
felicidad infinitamente superior a ellas; a
conocer la gran injuria que el hombre hace a su
Creador cuando obra contra ese fin; que premio le
está preparado en el Cielo, si obra según este
fin; ((**It16.603**)) que
terrible castigo le aguarda si obra en contra.
Esto lleva al hombre al conocimiento de sí mismo.
Pero el está. todavía sin luz y sin guía; por lo
cual, hacen falta instrucciones, que lo guiarán a
pasar revista a sus acciones anteriores, a
reconocer las faltas de la vida pasada y ver cuál
es el estado presente de su conciencia, cuál es la
manera más adecuada a cada uno para
tranquilizarla. >>Puede haber algo más necesario e
importante que esto?
No os diré que esta manera de meditar, este
orden de predicar fue inspirado por la Santísima
Virgen a San Ignacio de Loyola; no os hablare de
las muchas indulgencias concedidas por los Sumos
Pontífices a los fieles que acuden a hacer
devotamente los santos ejercicios espirituales;
solamente os digo que Dios tiene preparadas
grandes gracias especiales a algunos en estos
días, ya que, como dice el santo Evangelio, donde
hay unos fieles reunidos tratando cosas
espirituales, se encuentra El en medio de ellos
para escuchar sus peticiones.
-Yo mismo, dice el Señor en otro lugar a los
que toman parte en estos ejercicios, tomare
conmigo a estas almas que me buscan, las llevare a
la soledad de mis secretos y allí hablare a sus
corazones: ducam eam ad solitudinem, et ibi loquar
ad cor eius.
íAh, cuántas cosas dirá el Señor a nuestros
corazones, cuántas gracias, cuántas bendiciones
nos concederá en estos días!
Se dice en segundo lugar que los ejercicios
sirven para mover al hombre a la amistad con Dios,
y este es el motivo más importante y que apremia a
todos estrictamente. Efectivamente, los hombres
pueden dividirse en tres clases: los que viven en
desgracia de Dios, los que se encuentran en estado
de funesta tibieza y los que están constantemente
firmes y fervorosos en el santo servicio de Dios.
Pues bien, os digo que las tres clases de hombres
necesitan los ejercicios espirituales. En efecto,
>>hay alguno entre vosotros que se encuentre en
pecado mortal? Es un estado lastimoso y más
deplorable todavía, si está prisionero de una de
esas largas cadenas de pecados sucios o de alguna
costumbre inveterada. Se encuentra alejado y
separado de Dios: peccata vestra diviserunt inter
vos et Deum vestrum (Os 1, 19); su corazón está
endurecido: induratum cor eius; su inteligencia,
obscurecida, a duras penas puede conocer las cosas
concernientes a su eterna salvación; y, si llega a
conocer el estado infeliz en que se encuentra su
alma, la voluntad engañada por las cosas
sensibles, la razón cegada y la carne flaca, hacen
que el pecador no salga del estado infeliz en que
se encuentra, o que vaya dejando su conversión de
un día para otro; mientras tanto, vive en
enemistad con Dios, maldecido por los ángeles y
los santos, con el infierno abierto bajo sus pies.
>>Que diréis vosotros que es menester para que
deje el estado de pecado y vuelva a Dios? No
bastan los remordimientos de conciencia, porque
casi no los siente; las instrucciones dominicales
y las explicaciones del Evangelio que se hacen a
lo largo del año, por muy eficaces que sean, aun
cuando se hagan con todo el
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