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para ponerse a salvo, se pegan a las soeces e
inmundas carnes y las abrasan, penetran por la
garganta y los ahogan, calan hasta los intestinos,
los destruyen y los hacen ceniza.
Y no paró aquel fuego de la ira de Dios hasta
convertir aquel ameno valle, con todos sus
malditos moradores, en la más escuálida y
espantosa soledad. Más aún; reducidos a un montón
de escombros y ceniza ciudades y ciudadanos con
todos sus haberes, se hunde el suelo, se abre la
tierra y lo traga todo en su seno, formando en él
((**It16.598**)) el
vasto mar, que llamamos Mar Muerto, como afirman
muchísimos acreditados escritores, no apto para la
navegación y completamente estéril; hasta los
peces arrastrados allá por alguna corriente,
quedan ahogados y muertos en sus aguas pútridas;
las aves que intentan pasar de una a otra orilla
son detenidas por el pestífero hedor y caen sin
vida en las aguas; de suerte que el hedor, la
hediondez del agua, junto con la esterilidad del
terreno adyacente, manifiestan continuamente
cumplido lo que el apóstol San Judas dejó escrito,
a saber, que las iniquidades, las inmundicias de
Sodoma y Gomorra ofrecen y ofrecerán a todas las
gentes futuras el horrible espectáculo de su
castigo, verdadera imagen del infernal suplicio
que ya no tendrá fin: Sicut Sodoma et Gomorra et
finitimae civitates factae sunt exemplum, ignis
aelerni poenam sustinentes.
Por amor de Dios, oyentes, >>será un mal tan
insignificante como para no tenerlo en cuenta,
será una ligereza ese pecado, o mejor, ese sucio y
pestífero estiércol, cuando Dios envió para
lavarlo tan formidable incendio y así exterminar,
aniquilar a quien lo cometió?
Ya sé que los libertinos dicen que estos
grandes castigos son ciertos y que es verdad que
se vieron; pero que no hay que darles mucha
importancia, porque Dios ya no los envió más, ni
ciertamente volverá a enviarlos en nuestros
tiempos. Si vosotros razonáis así, >>qué queréis
que os diga? Si Dios tarda en dejar caer sobre
vosotros su mano vengadora; si no quiere haceros
probar tan pronto los tremendos castigos, como lo
hizo con otros, tenéis razón; seguid en hora buena
actuando como os plazca.
Pero debéis observar al menos que si Dios es tan
bueno, tan paciente, tan sufrido con vosotros, no
deberíais mostraros tan ingratos con El; tanto más
cuanto que podría suceder que su paciencia
excesivamente irritada pase a furor; y que, cuanto
más tiempo os espera, tanto más duros y graves
serán los castigos que hará caer sobre vosotros:
quos diutius expectat, durius damnat, dice San
Gregorio Magno. Aunque, hablando en plata, esos
tales desbarran totalmente. Sí, sí, ya
experimentan los efectos de su sensualidad al no
conocer el infeliz estado en que se encuentran, su
razón está cegada, y ya no conoce; su inteligencia
está entenebrecida, y ya no ve; la voluntad,
entorpecida y sólo apetecen cosas sensibles y el
hombre, -íay, qué triste condición la suya! -el
hombre ya no conoce, ni entiende, ni comprende; y,
cayendo de su alta dignidad, se vuelve semejante a
los animales inmundos: homo, habla Dios por boca
de su profeta, cum in honore esset, non
intellexit; iumentis insipientibus comparatus est,
et similis factus est illis. >>Habéis visto tal
vez lo que hacen los animales inmundos? Cualquier
clase de alimento que se les lleve, cualquier
bebida que se les ponga delante, sea sustanciosa,
sucia y fétida y hasta mortífera, no les importa;
todo lo tragan en su vientre voraz, todo lo sorben
con tal de apagar sus insaciables codicias y
satisfacer sus bestiales apetitos. Tal es,
queridos míos, y me ruboriza el decirlo, tal es la
condición de un hombre sensual. El, entregado a
sus pasiones, presa de sus deshonestidades, ya no
siente ni escucha ((**It16.599**)) la voz
de su Señor que lo llama, ya no ve la venganza de
Dios, que está a punto de caer sobre su cabeza; ya
no se da cuenta del infierno, que tiene abiertas
las fauces para tragarlo vivo; y sólo desea, sólo
quiere, sólo
(**Es16.492**))
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