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((**Es16.492**) para ponerse a salvo, se pegan a las soeces e inmundas carnes y las abrasan, penetran por la garganta y los ahogan, calan hasta los intestinos, los destruyen y los hacen ceniza. Y no paró aquel fuego de la ira de Dios hasta convertir aquel ameno valle, con todos sus malditos moradores, en la más escuálida y espantosa soledad. Más aún; reducidos a un montón de escombros y ceniza ciudades y ciudadanos con todos sus haberes, se hunde el suelo, se abre la tierra y lo traga todo en su seno, formando en él ((**It16.598**)) el vasto mar, que llamamos Mar Muerto, como afirman muchísimos acreditados escritores, no apto para la navegación y completamente estéril; hasta los peces arrastrados allá por alguna corriente, quedan ahogados y muertos en sus aguas pútridas; las aves que intentan pasar de una a otra orilla son detenidas por el pestífero hedor y caen sin vida en las aguas; de suerte que el hedor, la hediondez del agua, junto con la esterilidad del terreno adyacente, manifiestan continuamente cumplido lo que el apóstol San Judas dejó escrito, a saber, que las iniquidades, las inmundicias de Sodoma y Gomorra ofrecen y ofrecerán a todas las gentes futuras el horrible espectáculo de su castigo, verdadera imagen del infernal suplicio que ya no tendrá fin: Sicut Sodoma et Gomorra et finitimae civitates factae sunt exemplum, ignis aelerni poenam sustinentes. Por amor de Dios, oyentes, >>será un mal tan insignificante como para no tenerlo en cuenta, será una ligereza ese pecado, o mejor, ese sucio y pestífero estiércol, cuando Dios envió para lavarlo tan formidable incendio y así exterminar, aniquilar a quien lo cometió? Ya sé que los libertinos dicen que estos grandes castigos son ciertos y que es verdad que se vieron; pero que no hay que darles mucha importancia, porque Dios ya no los envió más, ni ciertamente volverá a enviarlos en nuestros tiempos. Si vosotros razonáis así, >>qué queréis que os diga? Si Dios tarda en dejar caer sobre vosotros su mano vengadora; si no quiere haceros probar tan pronto los tremendos castigos, como lo hizo con otros, tenéis razón; seguid en hora buena actuando como os plazca. Pero debéis observar al menos que si Dios es tan bueno, tan paciente, tan sufrido con vosotros, no deberíais mostraros tan ingratos con El; tanto más cuanto que podría suceder que su paciencia excesivamente irritada pase a furor; y que, cuanto más tiempo os espera, tanto más duros y graves serán los castigos que hará caer sobre vosotros: quos diutius expectat, durius damnat, dice San Gregorio Magno. Aunque, hablando en plata, esos tales desbarran totalmente. Sí, sí, ya experimentan los efectos de su sensualidad al no conocer el infeliz estado en que se encuentran, su razón está cegada, y ya no conoce; su inteligencia está entenebrecida, y ya no ve; la voluntad, entorpecida y sólo apetecen cosas sensibles y el hombre, -íay, qué triste condición la suya! -el hombre ya no conoce, ni entiende, ni comprende; y, cayendo de su alta dignidad, se vuelve semejante a los animales inmundos: homo, habla Dios por boca de su profeta, cum in honore esset, non intellexit; iumentis insipientibus comparatus est, et similis factus est illis. >>Habéis visto tal vez lo que hacen los animales inmundos? Cualquier clase de alimento que se les lleve, cualquier bebida que se les ponga delante, sea sustanciosa, sucia y fétida y hasta mortífera, no les importa; todo lo tragan en su vientre voraz, todo lo sorben con tal de apagar sus insaciables codicias y satisfacer sus bestiales apetitos. Tal es, queridos míos, y me ruboriza el decirlo, tal es la condición de un hombre sensual. El, entregado a sus pasiones, presa de sus deshonestidades, ya no siente ni escucha ((**It16.599**)) la voz de su Señor que lo llama, ya no ve la venganza de Dios, que está a punto de caer sobre su cabeza; ya no se da cuenta del infierno, que tiene abiertas las fauces para tragarlo vivo; y sólo desea, sólo quiere, sólo (**Es16.492**))
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