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excepto la familia de Noé, hasta los justos e
inocentes quedasen incluidos en el espantoso
castigo; de suerte que grandes, pequeños,
ancianos, jóvenes, niños; ricos soberbios,
humildes y pobres, todos tuvieron que sucumbir en
él: delebo hominem..., ab homine usque ad
animantia; es más, los animales mismos, por
haberles servido de instrumento para pecar y aun
sólo por haber sido testigos de sus crímenes,
todos del primero al último, de los cuadrúpedos
hasta las aves, y de las aves hasta el más vil de
los insectos, fueron exterminados, a reptili usque
ad volucres coeli; todos fueron exterminados de la
tierra. >>Pero de qué manera?
He aquí que se oscurece el cielo, densas nubes,
negras tinieblas cubren toda la tierra; saetas,
relámpagos y rayos rasgan el cielo, chocan y
estallan; no se ve nada, todo son tinieblas y
obscuridad; deshecha lluvia cae torrencialmente;
las cataratas del cielo, roto todo equilibrio,
descargan con furia impetuosa agua sobre la
tierra; la tierra misma, toda revuelta, da libre
salida a las fuentes que encierra en su seno, y
juntándose mares y fuentes, cataratas y lluvias
juntas, cubren toda la haz de la tierra; >>y los
hombres ((**It16.597**)) y los
libertinos? >>Y los deshonestos y sensuales, los
que consideraban tales pecados como mal pequeño,
dónde están? Todos pagan el castigo de sus torpes
infamias; para lavarlas se requiere una descomunal
lluvia de cuarenta días y cuarenta noches, y para
que el hedor de sus culpas no se pudiese percibir,
suben las aguas a desmesurada altura sobre sus
cuerpos, hasta sobrepujar en quince codos las más
altas cumbres de los montes. Y así anduvo todo el
mundo náufrago durante más de ciento cincuenta
días, en un diluvio universal, para lavar las
inmundicias de las deshonestidades cometidas; de
nullo peccato legitur dixisse Deum quod poenituit
fecisse hominem, nisi de peccato carnis, pro quo
(íqué espantosas palabras!) totum mundum diluvio
delevit. Así exclama San Jerónimo.
Cesó el diluvio, se repobló la tierra y no
tardó en volver a pulular el abominable vicio ya
extinguido. >>Quedará, acaso, sin castigo? De
ningún modo. Juró Dios que no volvería a cubrir de
agua a todo el mundo con un diluvio universal,
como si pensara ser increíble que volviesen los
hombres a cometer tamaña iniquidad después de tan
formidable castigo. Pues bien, este castigo ya no
sería universal, pero mucho más tremendo que el
primero.
Dirige el Señor su omnipotente mirada a las
ciudades de Gomorra y Sodoma y otras próximas; las
ve a todas prisioneras de las fealdades de la
carne y, movido a indignación, y considerando como
insuficiente castigo el agua, envía sobre ellas
una lluvia de fuego. >>Lluvia de fuego?
Exactamente y, íqué lastimoso espectáculo!
Aprenda el libertino en él, qué gran mal es la
deshonestidad. Nos dice el sagrado texto que salía
el sol en el horizonte, cuando comenzaron a
cubrirse sus resplandecientes rayos de oscuro velo
y a extenderse por los aires espantosas tinieblas;
pero quedó rasgada aquella horrenda obscuridad por
un espantoso resplandor, del que salía y caía una
nueva lluvia destructora, una lluvia de fuego.
Globos de llamas y de ardiente azufre, haciendo
estrépito y chirriando, caen con la rapidez del
rayo, se abaten, arremeten con ímpetu contra
aquellas ciudades pecadoras y sobre los campos que
las rodean; arden en las ciudades todas las
plazas, calles y casas; arden los campos, se
levantan altas llamaradas, se abrasan y reducen a
cenizas los trigales, las yerbas, las plantas y
todo lo que verdea.
Y, >>qué es de sus sensuales habitantes?
Aquellos abominables pobladores, que no
encontraban satisfacción más que en las orgías,
las comilonas y la deshonestidad, están todos
rodeados, cercados, asaltados por el horrible
incendio; unos a campo abierto, otros encerrados,
otros dormidos en la cama o velando o envueltos en
sus nefandos placeres; todos tienen sobre sí las
voraces llamas, que, sin darles tiempo
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