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DOCUMENTOS Y HECHOS ANTERIORES
1
Tres sermones de don Bosco
Los hemos descubierto recientemente en tres
cuadernitos de papel muy ordinario. Es imposible
determinar la fecha del primero, sobre la
deshonestidad. A juzgar por el estilo, parece
todavía próximo a su primera forma, que después
repudió. Parece que lo compuso cuando ya estaba
establecido en Turín; puesto que, habiendo dicho
de un joven que quería ir a Turín, no dice a
continuación que <>, sino que <>.
El segundo está totalmente terminado. Es una
introducción para la práctica de los ejercicios
espirituales, realizados tal vez por el pueblo; en
efecto, alude a hermanos y hermanas pecadores. Se
ve claramente que tenía la intención de añadir lo
que falta, pero, después de dejar cuatro páginas
en blanco, escribió en la quinta: Introducción a
los santos ejercicios espirituales. 30 de
noviembre de 1843.
El tercero es un panegírico de San Luis. para
los jóvenes, al parecer estudiantes, pues dice que
Luis estaba en las mismas ocupaciones que sus
oyentes. En la segunda página, donde dice que San
Luis nació en 1568 hay una llamada, que envía a
una anotación al margen: hace doscientos setenta y
seis años. Por consiguiente, la fecha probable de
la redacción es el 1844. Decimos probable, sin
excluir la hipótesis de que este cálculo haya sido
hecho una de las veces que pudo repetir el
panegírico.
A
PRIMERA PARTE
Non
moecháberis (no fornicarás)
Ya en la ley antigua había sido prohibida toda
acción que pudiese inducir al siempre execrable
vicio de la deshonestidad. Pero llegado después el
Hijo de Dios a la tierra para poner el último
complemento a toda ley, no sólo confirmó lo que
estaba escrito; sino que añadió que quienquiera
que con ((**It16.595**)) ojo
impuro y con corazón perverso, se hubiese
permitido mirar a otro, ya era reo del mismo
delito. Dictum est antiquis, iba clamando, non
moecháberis; ego autem dico vobis: quicumque
viderit mulierem ad concupiscendam eam, iam
moechatus est eam in corde suo.
El apóstol Pablo, reflexionando profundamente
en el rigor del precepto y en la fealdad de la
materia prohibida, quiso que ni siquiera fuese
nombrada entre los cristianos. íPero oh, tiempos
ya idos, oh costumbres desgraciadas las de
nuestros días! Casi ya no hay conversación en la
que este vicio no tenga lugar, no hay banquete
donde la deshonestidad no ocupe el primer puesto;
no hay calle, plaza, campo ni pradera; no hay flor
de honestidad, que no sea ensuciada con alguna
obscenidad. >>y qué se creen, pues, los tales?
ííOh!! Los libertinos se defienden. >>Acaso es un
mal tan grande condimentar el recreo con una
palabra picante, un poco libre? >>Es un mal tan
grande caer en naturales fragilidades, en
conclusión, es un mal cometer... alguna
sensualidad...? íDios mío! >>Que esto no es un
gran mal? >>Acaso el pecado es una acción
indiferente? >>Son quimeras las leyes divinas y
humanas? >>Vendrá a ser el
(**Es16.489**))
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