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pasar sobre estas páginas, ruego a V. E. no quiera
buscar en ellas la erudición ni el estilo, que
enriquecen vuestros importantes escritos, sino
sólo el deseo de hacer el bien a alguna alma
piadosa y merecer la protección de los santos y
sobre todo, la admirable misericordia del Sagrado
Corazón de Jesús.
Para no cansar demasiado a V. E. termino, mas
no sin desearos del cielo toda felicidad; y hago
ardientes votos para postrarme a vuestros pies,
recibir la bendición pastoral, y oír de vuestros
labios una de aquellas palabras que, como las del
divino Salvador, aportan a las almas luz y
consuelo.
Inclinándome para besar la Sagrada Púrpura,
gozo por el alto honor de profesarme con profundo
respeto y plena estimación.
Turín, 5 de agosto de 1883
Muy atento y
seguro servidor e hijo,
JUAN BONETTI, Pbro.
de los
Salesianos
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Súplica de don Juan Bonetti al
Cardenal Nina
Eminencia Reverendísima:
Hoy se cumple un año desde que se firmó la
Concordia entre el llorado ñor Lorenzo Gastaldi,
Arzobispo que fue de Turín, y la Congregación de
los Salesianos; y, por consiguiente, según el
artículo III de la misma, caduca también el plazo
de mi absoluto alejamiento de la ciudad de Chieri,
al que estaba comprometido mi venerado Superior
don Juan Bosco.
Al comunicarme V. E. Rvma. el año pasado, por
estos mismos días, la mencionada Concordia,
firmada, según voluntad de Su Santidad, por los
delegados de ambas partes, tenía la bondad de
expresarse muy benévolamente con respecto a mí y
escribía:
-La virtud de don Bonetti no desfallecerá, aun
cuando tenga que resignarse a esperar un año para
acercarse a Chieri.
-Sí, Eminencia, aunque mi virtud es muy poca,
no desfalleció, porque estuvo sostenida por la
gracia de Dios y por el más vivo deseo de
complacer al Padre Santo, que confiaba, con tal
medio, poner término a las disensiones y
restablecer una paz verdadera y duradera entre el
señor Arzobispo y nosotros. También me ha alentado
a la paciencia el ejemplo de don Bosco y la
esperanza de que con mi sacrificio se amansaría el
ánimo del difunto Prelado y, de este modo,
resultaría, por las promesas que hacía el
Arzobispo, mayor bien para la Iglesia y mayor
provecho para las almas.
Las sabias disposiciones de Su Santidad, cuyo
alto pensamiento es la unión y la concordia de
ánimos entre los suyos, para resistir y combatir
con éxito a los enemigos de Dios y de la Iglesia,
no fueron cumplidas, como lo merecían, por todos
los frutos que se esperaban. Recordará V. E. las
publicaciones hechas por la parte contraria con el
fin de hacer creer una formal condena pronunciada
por el Padre Santo contra don Bosco y don Juan
Bonetti, como culpables de faltas, y de este modo
desacreditarlos ante el pueblo; recordará la
negativa de la Revisión eclesiástica a un
fascículo de la publicación mensual: La Biblioteca
de la Juventud Italiana, con peligro de que fuese
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