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((**Es16.473**) 81 Don Juan Bonetti al Cardenal Alimonda Eminencia Reverentísima: El nombramiento de V. E. Rvma. como Arzobispo de Turín, que despertó en toda clase de ciudadanos la más viva alegría e hizo que los Salesianos abriesen el corazón a las más risueñas esperanzas, trajo, al mismo tiempo, a este humilde servidor un consuelo del todo singular. Contemporáneamente con la elección de V. E. para esta ilustre sede de San Máximo, nuestro Padre Santo León XIII se dignaba, con su soberana bondad, abrogar una disposición del año pasado que, por muy sabia y oportuna que fuera, no dejaba, sin embargo, de ser por mi debilidad un tanto dolorosa, por cuanto me ponía en esta archidiócesis y frente a mis hermanos en una condición anormal, por motivos que supongo no son desconocidos a Vuestra Eminencia Reverendísima. Tengo motivo para creer que V. E. no fue ajeno a la soberana disposición que me libró de todo agravio y me devolvió la plena libertad para ejercer el sagrado ministerio en esta Archidiócesis, y que el Augusto Pontífice ha llegado de buen grado a la concesión del mencionado favor a sabiendas de que el nuevo Arzobispo se adheriría a ella con toda la efusión del corazón. Así las cosas, tengo motivo para celebrar vuestro nombramiento más que ningún otro salesiano y sacerdote de la diócesis de Turín. Por eso, después de estimular, como redactor del Bolletino Salesiano, a los cooperadores y cooperadoras a agradecer con don Bosco y con sus hijos al Señor por tamaño don hecho a Turín por medio de su sapiente Vicario, aprovecho con gusto la propicia ocasión de la fiesta de San Cayetano, vuestro día onomástico, para expresar de manera particular a V. E. los sentimientos de mi espíritu, sentimientos de felicitación, de aprecio y veneración. ((**It16.576**)) Sí, Eminencia, con todo mi corazón os felicito por la nueva y sublime dignidad con que os ha revestido el Supremo Jerarca de la Iglesia, preconizándoos para una de las más gloriosas sedes de Italia; os felicito por haber sido creado pastor de una tan importante porción de la grey de Cristo y puesto como cabeza de una Archidiócesis sobre manera querida por Jesús Sacramentado y por la Augusta Reina del cielo, María Santísima. Al mismo tiempo, os aseguro que mi veneración por vuestra persona está y estará a la par del aprecio que merecidamente os proporcionan vuestra sin igual doctrina y el esplendor de vuestras virtudes. En prueba de la sinceridad de estos sentimientos, me pongo desde ahora en vuestras manos. Mi voz y mi pluma poco valen, es verdad; pero yo, con lo que ellas pueden valer y al impulso de mi venerado don Bosco, las emplearé siempre para haceros más fácil el ejercicio del ministerio pastoral. En unión con mis amados hermanos, no dejaré nada por intentar para cooperar con Vos a la gloria de Dios y a la salvación de las almas, para fomentar la piedad cristiana entre este pueblo que suspira por Vos, para alejar al menos los escándalos y las ofensas de Dios, que en Nápoles ocasionaron en otro tiempo la muerte del glorioso Santo, cuyo nombre heredasteis en la pila bautismal. Por ser la primera vez que tengo el honor de presentarme a vos, Eminentísimo Príncipe, hubiera querido venir, como suelen presentarse los pequeños ante los mayores, con algún regalo en la mano, pero nada tengo digno de vos. Con todo, sabedor de vuestra bondad, vengo confiado y os ruego os dignéis aceptar un ejemplar de algunas obritas salidas de mi pobre pluma. Si, por ventura, se dignaran vuestros ojos (**Es16.473**))
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