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72 (El original en francés)
Cartas acerca del paso de don Bosco
por Dijon
A
La señora Fernanda de Buyer escribía a don
Bosco desde Besancon el día 10 de diciembre de
1883:
Me encomiendo a sus buenas oraciones. Tengo
dificultades familiares; mis pobres hijos, faltos
de su padre, son vejados por sus tíos y pueden
perder parte de su fortuna, si se los obliga a una
venta en subasta. Yo había insistido mucho en esto
cuando tuve el honor de verle a usted en Dijon. Le
ruego haga rezar a sus muchachos para ello.
B
Malzeville, 5 de enero de 1884
Venerable Padre:
Fiel a la promesa que hice a nuestra Señora
Auxiliadora de entregarle el diez por ciento de
todo aumento que percibiera por mis funciones de
contable, le envío hoy los diez francos
correspondientes al primer mes de mi sueldo, que
acabo de cobrar desde que dejé Dijon, renunciando
a una contabilidad que me rentaba doscientos
francos mensuales, para asumir otra en Nancy, que
me produce trescientos mensuales; es decir, un
aumento de cien francos por mes, de cuyo aumento
resto el diez por ciento, agradecido ((**It16.565**)) a
nuestra Señora Auxiliadora. Por consiguiente, me
quedan todavía ciento diez francos por ingresar en
su caja, a partir de hoy hasta el fin de año.
La señora Lancelin agradece a Nuestra Señora
Auxiliadora la mejoría que experimenta física y
espiritualmente desde que vio en Dijon a nuestro
venerable Padre don Bosco. Agradecida le envía
cinco francos... Mientras pueda, enviará la misma
cantidad todos los meses, pensando piadosamente
que Nuestra Señora Auxiliadora ayudará a los
dos...
R. LANCELIN
5 calle d'Essey en Malzeville, cerca de Nancy
(Meurthe et Moselle)
C
Muy reverendo Padre:
Ya habría querido manifestarle nuestra profunda
condolencia en su dolor por la pérdida, que la
cristiandad entera sufre al perder al santo don
Bosco. Era tan útil en la tierra que parecía
podíamos esperar conservarle todavía; pero la
corona estaba preparada y Dios tenía prisa por
dársela. Había sido tan paternalmente bueno
conmigo que no sé cómo expresar el filial recuerdo
que de él guardo. Voy recordando en mi corazón
todo lo que él se dignó decirme. Y yo sé que su
obra no perecerá; él confiaba en usted, reverendo
Padre, porque sabía que está asistido por Dios de
una manera especial. Por eso, se vuelven hacia
usted todos los corazones que han amado al santo
al que lloramos, y yo me atrevo a recordarle el
momento que usted pasó con él en
(**Es16.464**))
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