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la noticia del paso de don Bosco, había un
arrebato de afecto tal por él que, habiéndose
encontrado una vez presente el padre Manin,
antiguo misionero y autor de la biografía del
célebre y venerable cura de Ars, decía: Son las
mismas escenas de Ars y casi me parece encontrarm
e en ellas toda vía>> 1.
Estuvo unos días en Cannes. Se hospedó en casa
del marqués de La Croix Laval. Un día, le presentó
la Marquesa a sus nietecillos y le dijo:
-Quisiera, Padre, que algunos de estos niños se
hiciesen sacerdotes.
-Señora Marquesa, uno sólo lo será.
La profecía se cumplió en la persona del abate
de Saint Trivier, incardinado en la diócesis de
Dijon.
El dos de marzo, desayunó en casa de un señor
de ochenta y cinco años, al que lo había llevado
el afectuoso cooperador monseñor Guigou, capellán
en una importante residencia sanitaria. Todos sus
familiares deseaban ardientemente que el anciano
señor volviese a las prácticas religiosas. La
presencia de don Bosco produjo en la familia una
gran impresión y también un saludable efecto en el
ánimo de aquel hombre, como se vio en el mes de
julio siguiente. En efecto, volvió a su pueblo
natal Gérardmer y, aunque atormentado por los
sufrimientos, no cayó en la desesperación y el
desvarío, sino que determinó reconciliarse con
Dios, después de lo cual pareció que mejoraba su
salud; pero, como no le era posible salir, quiso
recibir la santa comunión en casa.
Además, como ((**It16.44**)) no
había recibido la confirmación en su juventud y se
encontraba de paso por allí monseñor Turinaz,
nuevo obispo de Nancy, su diócesis, le pidió
humildemente le administrara aquel sacramento. La
alegría de los suyos llegó al colmo 2.
En aquella población, llena de forasteros
adinerados, debió tratar como siempre, con muchas
personas y visitar varias comunidades; pero faltan
documentos 3. Don José Ronchail contaba una escena
que le impresionó vivamente a él y a cuantos
fueron testigos. Faltaban cinco minutos para la
salida del tren y don Bosco estaba a punto de
subir al coche, cuando se acercaron dos oficiales
de alta graduación, quizá coroneles o generales,
le saludaron con el mayor respeto, y doblaron la
rodilla ante él, pidiéndole la bendición; él lo
hizo con toda bondad y sencillez.
1 Referido por don Miguel Rúa en la circular
citada.
2 Carta de la señora Ana N”tinger a don Bosco,
Gérardmer (Vosgos), 28 de julio de 1883.
3 Hay una breve pero significativa mención de
su encuentro. Apéndice, doc. núm. 17.(**Es16.46**))
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