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((**Es16.46**) la noticia del paso de don Bosco, había un arrebato de afecto tal por él que, habiéndose encontrado una vez presente el padre Manin, antiguo misionero y autor de la biografía del célebre y venerable cura de Ars, decía: Son las mismas escenas de Ars y casi me parece encontrarm e en ellas toda vía>> 1. Estuvo unos días en Cannes. Se hospedó en casa del marqués de La Croix Laval. Un día, le presentó la Marquesa a sus nietecillos y le dijo: -Quisiera, Padre, que algunos de estos niños se hiciesen sacerdotes. -Señora Marquesa, uno sólo lo será. La profecía se cumplió en la persona del abate de Saint Trivier, incardinado en la diócesis de Dijon. El dos de marzo, desayunó en casa de un señor de ochenta y cinco años, al que lo había llevado el afectuoso cooperador monseñor Guigou, capellán en una importante residencia sanitaria. Todos sus familiares deseaban ardientemente que el anciano señor volviese a las prácticas religiosas. La presencia de don Bosco produjo en la familia una gran impresión y también un saludable efecto en el ánimo de aquel hombre, como se vio en el mes de julio siguiente. En efecto, volvió a su pueblo natal Gérardmer y, aunque atormentado por los sufrimientos, no cayó en la desesperación y el desvarío, sino que determinó reconciliarse con Dios, después de lo cual pareció que mejoraba su salud; pero, como no le era posible salir, quiso recibir la santa comunión en casa. Además, como ((**It16.44**)) no había recibido la confirmación en su juventud y se encontraba de paso por allí monseñor Turinaz, nuevo obispo de Nancy, su diócesis, le pidió humildemente le administrara aquel sacramento. La alegría de los suyos llegó al colmo 2. En aquella población, llena de forasteros adinerados, debió tratar como siempre, con muchas personas y visitar varias comunidades; pero faltan documentos 3. Don José Ronchail contaba una escena que le impresionó vivamente a él y a cuantos fueron testigos. Faltaban cinco minutos para la salida del tren y don Bosco estaba a punto de subir al coche, cuando se acercaron dos oficiales de alta graduación, quizá coroneles o generales, le saludaron con el mayor respeto, y doblaron la rodilla ante él, pidiéndole la bendición; él lo hizo con toda bondad y sencillez. 1 Referido por don Miguel Rúa en la circular citada. 2 Carta de la señora Ana N”tinger a don Bosco, Gérardmer (Vosgos), 28 de julio de 1883. 3 Hay una breve pero significativa mención de su encuentro. Apéndice, doc. núm. 17.(**Es16.46**))
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