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De norte a sur, van en aumento los testimonios
de respeto, veneración y cariño. Es una verdad
patente que, según su costumbre, el santo varón se
hace todo a todos: escucha a pequeños y grandes y
bendice a todo el mundo con el mismo afecto de
corazón.
En Lyon llevaban los enfermos y los paralíticos
a la puerta de las casas adonde él iba, para que
los bendijera. En París cercaban la casa donde
recibía y esperaban a menudo hasta siete y ocho
horas para ver llegar el turno y hablarle; era a
veces medianoche y aún esperaban. En Lille he
visto yo mismo a personas aguardando a su puerta a
las seis de la mañana; pero las escenas, que me
han parecido más enternecedoras, son las que
contemplé ayer en Amiens. Celebraba la misa a las
diez en la espaciosa catedral, en aquella inmensa
iglesia que ocupa una superficie de ocho mil
metros cuadrados y cuya altura, alcanza los
cuarenta y tres metros del pavimento a la bóveda.
El gentío, emocionado y recogido, se apiñaba en la
amplia nave y, al evangelio, escuchaba la palabra
sencilla y sin artificio del Siervo de Dios. El
púlpito, adosado a una de las inmensas columnas,
tiene la base adornada con una estatua colosal de
San Vicente de Paúl, que tiende una mano al cielo
y muestra con la otra un niño que tiene a sus
pies: parecía abrazar con sus dos manos al
predicador situado sobre él.
A primeras horas de la tarde, en la obra del
Patronato, se presentaban enfermos y numerosas
familias. Llegaban las madres rodeadas de sus
numerosos hijitos, y llevando en sus brazos al más
pequeño; querían que el hombre de Dios los tocara
y bendijera, y don Bosco los bendecía, los tocaba
y les daba una medalla. El gentío le siguió hasta
la estación, y estaba ya en el vagón, cuando la
gente se arrodilló de nuevo para ((**It16.558**))
recibir la última bendición. Los mismos empleados
de la estación, enternecidos a la vista de
aquellas escenas evangélicas, se arrodillaron con
emoción. Un representante de la prensa, que se
encontró en su departamento, ganado a su causa, le
entregó su ofrenda y se inscribió como cooperador
salesiano.
Se habla de milagros de curación, de gracias
obtenidas; el más hermoso milagro es ver a las
multitudes ávidas de agolparse alrededor de este
pobre anciano, para escuchar su palabra sencilla y
recibir su bendición; lo son, sobre todo, las
numerosas conversiones, que Dios opera mediante su
palabra y su bendición. Matrimonios, separados de
mucho tiempo, que reencuentran la paz; pecadores
empedernidos, que vuelven a Dios; es así como
siembra Dios las gracias al paso de su siervo.
>>Cuál es el secreto de tantas maravillas? Lo
encontramos en el evangelio.
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Don Bosco es un hombre que cree en el
evangelio, y todo lo que está escrito en el
evangelio se realiza en él.
Que se digne obtener mediante sus oraciones la
multiplicación de los hombres, que, como él, creen
en el evangelio, y las naciones católicas se
renovarán muy pronto.
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