((**Es16.45**)
<>.
Aquella señora, tan dócil a la palabra de don
Bosco, ya había tenido anteriormente una prueba
palmaria de su santidad. Hacía tres años que
estaba a mal con la suegra, por causa de los
agravios que había ocasionado a su hijo, que era
su propio marido. No iba a verla, ni la escribía,
había roto las relaciones. A su director
espiritual le parecía, después de sopesar todas
las circunstancias, que no había odio y que era
preferible dejar correr la situación. Pero,
mientras tanto, fue pasando el tiempo y la suegra
quiso hacer las paces; interpuso para ello la
mediación de diversas personas, pero no resultó.
Un buen día tomó la pluma y escribió a la nuera,
pidiéndole perdón por los disgustos que le había
causado; pero la otra se mantuvo en sus trece.
En este punto estaba la discordia cuando fue la
señora a Niza y, habiéndose enterado de que estaba
allí don Bosco, le hizo una visita.
Contrariamente a otras veces, la recibió con una
fría reserva y, de buenas a primeras, le dijo:
-Hija, usted no está en regla 1.
Si ya le había alarmado su porte, aquellas
palabras la desconcertaron, y más al ver que don
Bosco se las iba repitiendo de cuando en cuando.
Le pidió que se explicara. El le contestó que
fuese ante Jesús Sacramentado y le pidiese que la
iluminara. Como ya era algo tarde, no volvió a ver
al Siervo de Dios aquel día. A la mañana
siguiente, oyó después de Misa un sermón, cuyo
tema fue la caridad y el perdón de las ofensas.
Empezó inmediatamente a ver las cosas de otro modo
y se apoderó de ella una sensación de espanto, por
haber estado tres años sin examinar a fondo su
conciencia. Se puso a los pies de un confesor,
volvió de allí a poco a don Bosco y éste, sin
darle tiempo a abrir la boca, exclamó:
-Hija, hoy está usted en regla. ((**It16.43**)) Ha
perdonado generosamente y ha abierto en su carta
todo su corazón. Dios está contento de usted.
En efecto, al salir de confesarse, había
escrito a la suegra con manifiesta efusión de los
sentimientos de su corazón 2.
Desde Niza fue a Cannes. Don Camilo de Barruel
dio estos informes sobre este viaje, que hizo con
varias paradas: <>. El
párroco unía su testimonio declarando que la
señora Laroche era de insigne honradez y
religiosidad y, por tanto, digna de fe. Sobre otra
visita a don Bosco en Niza, véase Apéndice, doc.
núm. 16.(**Es16.45**))
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