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((**Es16.40**) delante su antiguo amigo, el famoso Gris, a quien no veía hacía treinta años. El buen animal se acercó alegremente y, después, se echó a andar como a medio metro delante de él, lo necesario para ser visto entre las tinieblas. El perro caminaba a paso lento y acompasado, de modo que lo pudiera seguir quien caminaba con dificultad, y tenía cuidado de que evitara los charcos dando un rodeo. Al llegar cerca de casa, desapareció. Don Celestino Durando, que iba con cuidado para no caer en el barrizal, siempre aseguró que no había visto nada; pero don Bosco narró varias veces el hecho. Un día lo contó también en Marsella en casa de los señores Olive durante la comida 1. La señora le preguntó: ->>Pero, cómo se explica que el perro pudiera tener tantos años, cuando la vida ordinaria de los perros no alcanza a tantos? Don Bosco le contestó sonriendo: -Sería un hijo o un nieto de aquél. En otra ocasión se le preguntó qué forma tenía. -La de un perro, contestó con toda naturalidad 2. 1 En la traducción italiana del Bom Bosco del doctor D'Espiney, falta este episodio. Don Miguel Rúa, que había encargado a don Domingo Ercolini la traducción de este libro, le ordenó que lo suprimiera junto con otras noticias que a él no le constaban. Pero el mismo don Miguel Rúa dijo después al traductor que el autor se había quejado de la supresión, puesto que se lo había contado el mismo don Bosco. -Yo no lo conocía, contestó don Miguel Rúa para justificarse. 2 El archivo de las Hijas de María Auxiliadora guarda tres curiosas relaciones de casos y de perros, que recuerdan al Gris de don Bosco. El 2 de noviembre de 1893, volvían a pie dos Hermanas, desde Asís a su colegio de Cannara y se vieron sorprendidas en el camino por la niebla y la obscuridad de la noche, en despoblado y lejos de la casa. Las asaltó el miedo. Sor Amalia Calaón dijo a la compañera: -íSi don Bosco nos enviara a su Gris! -íEs verdad!, exclamó sor Anita Dallara con voz temblorosa. No pasaron dos minutos cuando del seto vecino salió de repente un gran perro, que saltó una zanja y, jadeando fuerte, se echó a andar en medio de las dos. Era alto, de pelo gris, orejas grandes y caídas y los ojos relampagueantes en la oscuridad. Como para animarlas, el buen animal levantaba el hocico, miraba ya a una ya a otra, como a personas conocidas de mucho tiempo atrás, y les lamía sus manos. Al llegar al colegio, mientras hablaban para darle de comer, el animal se volvió rápidamente y salió a toda prisa por la puerta de la calle. Corrieron las hermanas para detenerlo, pero ya no le vieron en la ancha plaza, ni a lo largo de la calle adyacente. El año 1930, construían las Hijas de María Auxiliadora en Barranquilla (Colombia) un edificio. Cada día oían noticias de hurtos y violencias en la ciudad y alrededores y temían, ellas también, la visita de los ladrones, porque, desde el mes de abril, tenían al descubierto montones de materiales de construcción y para la instalación de lavabos, baños, puertas, ventanas y cosas similares. íLos ladrones, conocían perfectamente el camino! Efectivamente, antes de comenzar las obras, ya habían entrado en casa cuatro veces, aunque sin causar más daños que el susto. Así las cosas, las Hermanas rogaron a don Bosco que les enviara a su Gris para guardarlas. Pues bien, una noche entró en el pasillo de la antigua casa un conjunto de perros nunca vistos(**Es16.40**))
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