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labradores a orillas del río Charente. Uno
pregunta al otro qué dogma acaba de proclamar Pío
IX. El dogma está en latín, >>cómo comprenderlo?
El otro, entonces, cuenta, en dialecto, el
contenido de la bula a su paisano.
Lunes, 23. La señorita de Sénislhac, ausente
desde el comienzo de las audiencias, regresa este
día de Montluçon. Nosotras hemos de atender a la
vez al taller y a las audiencias de don Bosco. Es
una complicación. Pero estando la señorita de
Sénislhac todo se simplifica. Se reserva la
primera audiencia a las Damas del taller, que está
en la segunda capilla. Como estas Damas no están
todas presentes, a la llegada del Santo, se reúnen
a las cinco de la tarde en la antesala. Don Bosco
les dirige unas breves palabras y las bendice. La
señora de Bonésic trata de organizar a las
limosneras para el sermón de don Bosco.
Martes, 24. La primera audiencia es para el
personal de la casa.
Habiendo remitido una joven viuda a don Bosco
su anillo de boda de gran valor, él decidió
rifarlo y la señora de Combaud se encargó de
organizar dicha rifa; la Institutriz de sus hijas
viene diariamente al salón para vender boletos.
Esta tarde, la señorita de Sénislhac rogó a don
Bosco, cuando lo acompañaba, que invitara a
algunos señores para que viniesen a prestarnos una
mano fuerte para mantener el orden; él respondió
que sólo las señoras tenían la paciencia
necesaria.
He puesto unos libros sobre la mesa del salón
para que entretengan el tiempo los que han de
pasar largas horas esperando. El folleto de don
((**It16.479**)) Bosco,
que coloqué como el más adecuado para despertar
interés, ha desaparecido. Hemos alquilado cuarenta
sillas, porque las nuestras eran insuficientes.
Miércoles, 25. El gentío aumenta... La señorita
de Sénislhac ha solicitado la misa de don Bosco al
padre Barruel, quien la ha asegurado, pero temo
mucho que la casa quede invadida por el personal
que sigue a don Bosco, cada mañana, adonde él va a
celebrar.
Don Bosco recibe mucho dinero; la señorita
Jacquier ve enviar puñados de oro; yo le presento
siempre a don Bosco, cuando llega, un enorme
paquete de cartas, que contienen billetes de
banco. A veces no le entrego más que las señaladas
como confidenciales. Las otras las entrego al
reverendo Barruel, que se ha instalado en nuestra
sala común y despacha la correspondencia, recoge
los billetes, responde a consultas y propuestas,
etc.
Cada vez que don Bosco abandona nuestra casa,
implora las bendiciones del cielo sobre nosotras
de una manera impresionante: <>.
Jueves 26. íEnorme afluencia! Por la tarde don
Bosco era esperado por dos coches de lujo: uno era
el del señor de St. Phalle, a cuya casa había de
ir a cenar; y el otro de una enferma que habita
cerca de la estación del Norte. Eran las ocho de
la tarde cuando don Bosco concluyó sus audiencias.
El joven de St. Phalle estaba impaciente por
llevarle a su familia, que estaba reunida hacía
seis horas para recibirle; pero don Bosco no
aparentó preocuparse por ello, y dijo con gran
calma que iría a dicha casa enseguida, tras
atender a la persona enferma.
Una pequeña sordomuda, venida del campo, en los
alrededores de París, esperaba su turno con dos
mujeres de su familia. Las pobres se quejaban
porque veían acercarse la hora de la salida del
tren. <> Tuvimos compasión
de ellas y las hicimos pasar. Salieron de la
Biblioteca encantadas. Don Bosco dijo que la joven
sordomuda hablaría, cuando sus dos hermanos se
hiciesen dominicos.
Nos traen gran cantidad de objetos para
hacerlos bendecir: rosarios, medallas,
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