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Carta de don Nicolás Cibrario a don
Bosco
Bordighera
Torrione, 25 de enero de 1883.
Reverendísimo y amadísimo Padre:
Me parece que S. E. el señor Obispo, antes de
escribir a V. S. Rvma., debería habernos pedido
informes a nosotros sobre el estado y la marcha de
nuestras cosas y no aceptar enseguida, sin
precaución alguna, lo que le fue referido. Le
habríamos dicho lo mismo que ahora le decimos a
usted, Rvdo. Padre.
Por informes obtenidos, me consta que un
muchacho va a la escuela de los Valdenses y
pertenece a una familia afiliada a la secta hace
años, por intereses materiales. Estoy en duda si
va también otro más pequeño, hijo de familia más
que protestante. Que yo sepa, no hay otros que
vayan a aquellas escuelas. A la de las chicas van
tres o cuatro, que también pertenecen a familias
protestantes.
Por lo demás, ningún muchacho ni muchacha
pertenecientes a familia católica va a aquellas
escuelas. A las nuestras, lo mismo a unas que a
otras, acuden bastantes. Tenemos inscritos
cuarenta y cuatro muchachos y sesenta muchachas.
Nunca habíamos tenido tantas.
Es fácil comprender que las escuelas valdenses
sean superiores a las nuestras. Sus alumnos (unos
quince) son internos; los nuestros, externos. Y ya
se sabe qué se puede hacer con muchachos disipados
todos el día y que, si hacen algo provechoso, sólo
es bajo los ojos del maestro en la escuela...
Volviendo a la carta de Monseñor, es necesario
atribuir su contenido a alguna lengua viperina
que, de algún tiempo acá, va hablando mal de
nosotros. Es una consecuencia de la parada de
Leticia en Niza. >>Qué remedio poner? Mundus totus
in maligno positus est.
Pero don Miguel Rúa nos da la satisfactoria
noticia de que V. S. estará entre nosotros a
mediados del próximo mes. Será una gran alegría
para todos.
Aprovecho la ocasión para responder al número
cuatro del precioso aguinaldo que V. S. Rvma. tuvo
la bondad de enviarme. La respuesta es la misma
para todos. La salvación de nuestra alma está
estrictamente ligada a la observancia de los votos
que hemos hecho; de ella depende, por
consiguiente, que estemos todos dispuestos y
empeñados en observarlos hasta la muerte. Así lo
esperamos, con la gracia del Señor. Esta es la
ayuda, la colaboración que todos nosotros deseamos
y queremos prestarle para que salve nuestras
almas.
((**It16.464**))
Reverendísimo Padre, ruegue por todos nosotros,
que de corazón le auguramos largos años de vida
feliz y ruegue especialmente por mí para que pueda
poner en práctica el aguinaldo.
Bendíganos a todos.
De V. S. Rvma.
Afmo.
y seguro servidor,
NICOLAS CIBRARIO, Pbro.
(**Es16.385**))
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