((**Es16.373**)
En los castigos arriba mencionados se tuvieron
en cuenta únicamente las faltas contra la
disciplina del colegio; pero en los casos
dolorosos, en que algún alumno diese grave
escándalo o cometiese una ofensa al Señor,
entonces ((**It16.447**))
llévesele inmediatamente al Superior, el cual,
guiado por su prudencia, tomará las eficaces
medidas que crea oportunas. Y si, al cabo, alguno
se hiciese el sordo a todos estos sabios medios de
corrección y fuese de mal ejemplo y escándalo,
entonces este tal debe ser despedido sin remedio,
pero de forma que, hasta donde sea posible, quede
a salvo su honor. Esto se obtiene, aconsejando al
joven que él mismo pida a sus padres que lo saquen
e insinuándoles directamente que le cambien de
colegio con la esperanza de que, en otro ambiente,
su hijo tendrá mejor resultado. Este acto de
caridad suele producir buen efecto en todas las
circunstancias, y deja, aun en ciertas dolorosas
ocasiones, grato recuerdo en los padres y en los
alumnos.
Finalmente, me queda por deciros todavía quién
debe señalar el momento y la manera de castigar.
Este tiene que ser siempre el Director; pero,
sin que él tenga que comparecer. Su papel es la
corrección privada, pues más fácilmente puede así
abrir brecha en ciertos corazones menos sensibles;
su papel es la corrección genérica y hasta
pública; también toca a él la aplicación del
castigo, pero sin que, de ordinario, tenga que
intimarlo o ejecutarlo personalmente. Por eso,
quisiera que a nadie se le antojase castigar, sin
previo consejo o aprobación de su Director, que es
el único autorizado para determinar el tiempo, la
manera y la calidad del castigo. Nadie se aparte
de esta autorizada dependencia, ni se busquen
pretextos para eludir su vigilancia 1. No debe
haber disculpa para hacer excepciones a esta regla
importantísima. Obedezcamos, pues, a esta
recomendación que os dejo y Dios os bendecirá y
consolará por vuestra caridad.
Recordad que la educación es cosa del corazón y
que sólo Dios es el dueño del mismo, y nosotros no
podremos triunfar en nada, si Dios no nos enseña
el arte (de apoderarnos de los corazones), y no
nos pone en la mano sus llaves. Procuremos, pues,
por todos los medios y también con esta humilde y
entera dependencia, apoderarnos de esta fortaleza
siempre cerrada al rigor y a la aspereza.
Industriémonos por hacernos amar, insinuar el
sentimiento del deber y del santo temor de Dios, y
veremos abrirse con admirable facilidad las
puertas de muchos corazones y unirse a nosotros
para cantar loas y bendiciones a Aquél, que quiere
hacerse nuestro modelo, nuestro camino, nuestro
ejemplo en todo, pero singularmente en la
educación de la juventud.
Rezad por mí y creedme siempre en el
Sacratísimo Corazón de Jesús
Día de san Francisco de Sales, 1883.
Vuestro
afmo. padre y amigo,
JUAN BOSCO, Pbro.
sumisión, pedir que se le someta a otra prueba de
enmienda. Si parece que este castigo produce su
efecto, sáquesele aun antes del plazo, y se
logrará seguramente ganar su corazón.
El castigo debe ser un remedio; pues bien,
nosotros debemos apresurarnos a suspenderlo,
cuando hayamos obtenido el doble fin de alejar el
mal e impedir que se repita. Logrando de este modo
perdonar, se obtiene también el precioso efecto de
cicatrizar la herida hecha en el corazón del niño;
ha de ver que no ha perdido la benevolencia del
Superior, y entonces vuelve a cumplir mejor su
deber.
1 Nunca los maestros y asistentes echen de
clase a culpable alguno; si lo pide el caso,
hágasele acompañar hasta el despacho del Superior.
(**Es16.373**))
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