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con yugo excesivo. Aquí tenéis una serie de
castigos que quisiera fuesen los únicos que
vosotros emplearais. Uno de los medios más
eficaces de reprensión moral es la mirada
descontenta, severa y triste del superior, que
hace ver al culpable, por poco corazón que tenga,
que ha caído en desgracia, y que puede moverlo al
arrepentimiento y a la enmienda. Corrección
privada y paterna. No demasiados reproches y hacer
que sienta el disgusto de los padres y la
esperanza de la recompensa. A la larga se sentirá
obligado a mostrar gratitud e, incluso,
generosidad. Cuando hay recaída, no seamos escasos
en caridad; pásese a advertencias más serias y
tajantes; así se podrá hacerle conocer con
justicia la diferencia entre su conducta y la que
se tiene con él, mostrándole cómo recompensa él
tantos miramientos, tantos cuidados para salvarlo
de la deshonra y de los castigos. Pero, no
expresiones humillantes: muéstrese que se tienen
buenas esperanzas de él, declarándonos dispuestos
a olvidarlo todo desde el momento en que él dé
señales de mejor conducta.
En las faltas más graves puede llegarse a los
siguientes castigos: comer de pie en su sitio y en
mesa aparte; comer de pie en medio del comedor y,
por último, a la puerta del comedor. Pero, en
todos estos casos, sírvase al culpable lo mismo
que se da en la mesa a sus compañeros. Castigo
grave es privarlo del recreo; pero ((**It16.446**)) que
nunca le dé el sol ni esté expuesto a la
intemperie, para que no pueda sufrir ningún daño.
No preguntarle un día en la clase, puede ser un
castigo grave; pero no más de un día. Mientras
tanto, estimúlesele a hacer penitencia por su
falta de otra manera. >>Y qué os diré ahora de las
<> como castigo? 1. Esta clase de astigos
es, por desgracia, demasiado frecuente. He querido
preguntar a propósito lo que dijeron de ella los
más célebres educadores. Unos la aprueban y otros
la condenan como inútil y peligrosa para el
maestro y para el discípulo. Yo os dejo plena
libertad, advirtiéndoos que hay el gran peligro de
que el maestro se exceda sin ningún provecho y se
dé al alumno ocasión de murmurar y encontrar mucha
compasión por la aparente persecución del maestro.
La <> como castigo no rehabilita en
absoluto y es siempre una pena y una humillación.
Sé que alguno de nuestros Hermanos solía dar como
tarea de castigo el estudio de un párrafo de
poesía sagrada o profana y con este medio útil
obtenía como resultado más atención y provecho
intelectual. Verificábase entonces que omnia
cooperantur in bonum 2 para los que buscan sólo a
Dios, su gloria y la salvación de las almas. Este
vuestro hermano convertía con las <> de
castigo; lo considero como una bendición de Dios,
y como un caso más único que raro; pero le
resultaba bien porque se manifestaba caritativo.
Pero jamás se proceda a emplear la llamada
celda de reflexión. No hay mal al que no puedan
arrastrar al alumno el encono y la depresión, que
le acometen con un castigo de esta clase. El
demonio alcanza, con ocasión de este castigo, un
dominio violentísimo sobre él y le impulsa a
grandes locuras, casi como para vengarse de quien
quiso castigarlo de este modo 3.
1 Escribir un determinado número de veces una
frase relacionada con la falta cometida o copiar
la lección explicada, etc. (N. del T.).
2 Todas las copias se encaminan al bien.
3 Por el temor a que en algún colegio, como
rara excepción y absoluta necesidad, se creyera un
deber emplear la celda de encierro, pongo aquí las
precauciones que quisiera se tomasen:
El Catequista u otro Superior vaya a menudo a
ver al pobre culpable y, con palabras de caridad y
compasión, procure derramar aceite en aquel
corazón tan agriado. Deplórese su situación e
indústriese por hacerle comprender que todos los
superiores se duelen de haber tenido que acudir a
un castigo tan extremo y se capacite para pedir
perdón, para hacer actos de
(**Es16.372**))
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