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((**Es16.372**) con yugo excesivo. Aquí tenéis una serie de castigos que quisiera fuesen los únicos que vosotros emplearais. Uno de los medios más eficaces de reprensión moral es la mirada descontenta, severa y triste del superior, que hace ver al culpable, por poco corazón que tenga, que ha caído en desgracia, y que puede moverlo al arrepentimiento y a la enmienda. Corrección privada y paterna. No demasiados reproches y hacer que sienta el disgusto de los padres y la esperanza de la recompensa. A la larga se sentirá obligado a mostrar gratitud e, incluso, generosidad. Cuando hay recaída, no seamos escasos en caridad; pásese a advertencias más serias y tajantes; así se podrá hacerle conocer con justicia la diferencia entre su conducta y la que se tiene con él, mostrándole cómo recompensa él tantos miramientos, tantos cuidados para salvarlo de la deshonra y de los castigos. Pero, no expresiones humillantes: muéstrese que se tienen buenas esperanzas de él, declarándonos dispuestos a olvidarlo todo desde el momento en que él dé señales de mejor conducta. En las faltas más graves puede llegarse a los siguientes castigos: comer de pie en su sitio y en mesa aparte; comer de pie en medio del comedor y, por último, a la puerta del comedor. Pero, en todos estos casos, sírvase al culpable lo mismo que se da en la mesa a sus compañeros. Castigo grave es privarlo del recreo; pero ((**It16.446**)) que nunca le dé el sol ni esté expuesto a la intemperie, para que no pueda sufrir ningún daño. No preguntarle un día en la clase, puede ser un castigo grave; pero no más de un día. Mientras tanto, estimúlesele a hacer penitencia por su falta de otra manera. >>Y qué os diré ahora de las <> como castigo? 1. Esta clase de astigos es, por desgracia, demasiado frecuente. He querido preguntar a propósito lo que dijeron de ella los más célebres educadores. Unos la aprueban y otros la condenan como inútil y peligrosa para el maestro y para el discípulo. Yo os dejo plena libertad, advirtiéndoos que hay el gran peligro de que el maestro se exceda sin ningún provecho y se dé al alumno ocasión de murmurar y encontrar mucha compasión por la aparente persecución del maestro. La <> como castigo no rehabilita en absoluto y es siempre una pena y una humillación. Sé que alguno de nuestros Hermanos solía dar como tarea de castigo el estudio de un párrafo de poesía sagrada o profana y con este medio útil obtenía como resultado más atención y provecho intelectual. Verificábase entonces que omnia cooperantur in bonum 2 para los que buscan sólo a Dios, su gloria y la salvación de las almas. Este vuestro hermano convertía con las <> de castigo; lo considero como una bendición de Dios, y como un caso más único que raro; pero le resultaba bien porque se manifestaba caritativo. Pero jamás se proceda a emplear la llamada celda de reflexión. No hay mal al que no puedan arrastrar al alumno el encono y la depresión, que le acometen con un castigo de esta clase. El demonio alcanza, con ocasión de este castigo, un dominio violentísimo sobre él y le impulsa a grandes locuras, casi como para vengarse de quien quiso castigarlo de este modo 3. 1 Escribir un determinado número de veces una frase relacionada con la falta cometida o copiar la lección explicada, etc. (N. del T.). 2 Todas las copias se encaminan al bien. 3 Por el temor a que en algún colegio, como rara excepción y absoluta necesidad, se creyera un deber emplear la celda de encierro, pongo aquí las precauciones que quisiera se tomasen: El Catequista u otro Superior vaya a menudo a ver al pobre culpable y, con palabras de caridad y compasión, procure derramar aceite en aquel corazón tan agriado. Deplórese su situación e indústriese por hacerle comprender que todos los superiores se duelen de haber tenido que acudir a un castigo tan extremo y se capacite para pedir perdón, para hacer actos de (**Es16.372**))
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