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He recibido ciento veinte francos por varias de
sus intenciones y, especialmente, por la
maravillosa exención del servicio militar de su
sobrino. Dios se lo pague.
Y ahora a lo nuestro. Usted sabe cuán difícil
se está haciendo en esa tierra el sagrado
ministerio. Haga lo que pueda. Dios está con
nosotros. Don Juan Bautista Rinaldi dirá lo que me
parece oportuno. Pero ánimo y sacrificios.
La gracia del Señor esté siempre con usted y
con toda su familia y créame en J. C.
Turín, 17 de septiembre de 1883.
Afmo. amigo en J. C.,
JUAN BOSCO, Pbro.
7. Al estudiante
Francisco Margotti
Esta carta es el único documento por el que
sabemos de un viaje de don Bosco a Niza después
del día diecisiete de septiembre, pues, hasta este
día, existen cartas fechadas en Turín. En una
carta del Obispo de Lieja, que los lectores
encontrarán en el volumen próximo con fecha del
ocho de septiembre, se hace alusión a la futura
presencia de don Bosco en Niza para el día quince.
Volvería a salir de allí el lunes, día
veinticuatro. Desde Niza escribe a un sobrino del
teólogo Margotti de San Remo, alumno del colegio
de Valsálice.
Mi querido Paquito:
íCuántas cosas interesantes me escribes en
nombre de tu respetable familia! Esto aumenta mi
gran disgusto, al no poder aceptar la amable
invitación que me haces y que estaba de acuerdo
con mi deseo. No puedo detenerme, sólo pasaré por
San Remo el lunes a hora avanzada. Paciencia. Nos
desquitaremos en Turín.
Tú puedes hacerme un gran favor y te lo pido.
Preséntate a papá y a mamá, ofréceles mis
respetuosos saludos y asegúrales que rezo por
ellos y por mi limosnera la señorita Magdalena y
por la familia, que veranea contigo.
Dios te bendiga, querido Paquito, y la
Santísima Virgen te proteja en medio de tantos
peligros, como va a encontrar en el mundo. Reza
también por mí, que siempre seré en J. C. tu
Niza, 21 de septiembre de 1883.
Afmo. amigo,
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It16.429**))
8. Al Conde De Maistre
Eran muchos los que, desde todas partes,
acudían a don Bosco en sus necesidades, pidiéndole
oraciones; pero más lo hacían los que, como los De
Maistre, se consideraban afortunados por gozar de
su íntima familiaridad.
(**Es16.359**))
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