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atención a los principios, para impedir males
mayores después. Lo dice la experiencia. Si
alguien puso en apuros al Director y a la casa,
empezó por dejar la meditación, las prácticas de
piedad; después vino algún periódico, alguna
amistad particular. íEn una palabra, desórdenes!
4.° Recuerden además los Directores que son
responsables de la moralidad propia, la de los
Hermanos y la de los jóvenes. Estos son pequeños y
no hablan; pero, cuando se encuentran con los
parientes, dicen y aumentan, si es menester, con
detrimento de nuestro aprecio y de la gloria de
Dios. Hay ciertas demostraciones inocentes de
afecto con los jovencitos que el Superior puede
permitirse, pero no otros y únicamente con el fin
de encauzarlos al bien.
5.° Tocante a castigos, insístase siempre en
que se practique el sistema preventivo. Sucede que
algunos abofetean y castigan a los jóvenes durante
una semana entera. Recuérdese que el maestro puede
reprender, reprochar, pero no dar castigos
corporales. Dé parte al Director, el cual aplicará
el sistema preventivo. Sucede a menudo que los
jóvenes son menos culpables de lo que se cree,
como lo demuestra la experiencia.
->>Los hay que desean castigar? Corrija el
Director, pero jamás en público, ni delante de los
jóvenes. Hablando a solas es más fácil obtener que
se dobleguen a la voluntad del Superior y al
sistema preventivo. De este modo se obtendrán
algunos beneficios. a) Se ganará la confianza de
los jóvenes. b) Aumentaremos el número de las
vocaciones. c) Cuando salgan, tendremos amigos; de
lo contrario, enemigos. d) Nunca se harán peores;
((**It16.418**)) darán
buen ejemplo o no lo darán malo.
6.° No pretendan los Superiores de las casas
que todos sus hermanos sean perfectos. Háganles de
padres, ayúdenlos, encamínenlos a la perfección.
Al principio, podía don Bosco ir a visitar a
menudo las casas y dirigir personalmente. Ahora
aténgase el Director a las Reglas y no trate nunca
ásperamente a nadie, diciendo, por ejemplo: Así o
afuera. Tenga caridad y, si hay alguno que no se
adapta a la casa, escríbase al Superior General,
que lo arreglará todo.
Al llegar aquí, don Celestino Durando preguntó
sobre nuestra participación en las elecciones
administrativas. Don Bosco contestó:
-Por sistema siempre me abstuve. Me ha parecido
que no eran útiles. Esta ha sido la norma seguida.
De ordinario, no se vaya a votar. Si hace falta o
se estima conveniente, váyase; pero privadamente.
En las casas, que de alguna manera dependen del
Ayuntamiento, no se vaya nunca.
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