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que parecen bastante buenos, si usted se fija
bien, verá que están averiados. No se pueden
limpiar ((**It16.416**)) con la
criba; hay que tener paciencia, y apartar con las
manos todos estos granos, que echarían a perder la
futura mies.
-Esto es lo que hay que hacer para conservar la
moralidad... Sin embargo, no se tome la cosa
demasiado a la letra; todos deben procurar esta
limpieza según las propias fuerzas.
Refiriéndose después, de manera específica, a
los aspirantes al sacerdocio, advirtió a todos
confidencialmente que nunca se aceptase para el
estado eclesiástico a quien hubiese tenido la
desgracia de ir a lugares de mala vida.
En la última sesión, se detuvo en hacer
diversas recomendaciones, que extraeremos de las
actas, cambiando solamente algo la forma.
1.° Hemos de industriarnos para conocer y
adaptarnos a nuestros tiempos, esto es: respetar a
los hombres y, por consiguiente, hablar bien de
las Autoridades, mientras se pueda, y, si no,
callar. Si hay alguna buena razón, hacerla valer
en privado. Y lo que se dice de las Autoridades
civiles, dígase con mucha más razón de la
Autoridad eclesiástica. Trátese de respetarla y
hacerla respetar; se la sostenga aun con
sacrificio. Con el tiempo y la paciencia Dios
recompensará estos sacrificios.
2.° Hasta ahora podíamos ir con la frente alta
en cuanto a moralidad. Recientemente alguna
actuación imprudente nos ha comprometido un poco.
Nuestro buen nombre se recobra; pero los
Directores, que son los responsables ante el
público, apliquen todos sus esfuerzos para que se
guarde la moralidad. Los medios son las reglas y
las deliberaciones, que ellos y sus súbditos deben
observar. Mas para ello es necesario conocerlas.
Por tanto, procúrese darlas a conocer en las dos
conferencias mensuales. No se requieren doctas
conferencias: basta leerlas y añadir, después, una
breve exhortación y explicación. Una de las cosas
fundamentales que más se debe inculcar, es la
moralidad. Si podemos lograr que, después de la
cena, se vaya a descansar, es una gran ganancia
para ((**It16.417**)) la
moralidad. Es ése el momento de las
confabulaciones. Así, el que se haga silencio
absoluto, desde la noche hasta la mañana, es una
gran ganancia. Dígase lo mismo de las relaciones
epistolares con los externos. Recordar a los
Hermanos que las faltas contra la moralidad
comprometen a la casa y a la Congregación, no sólo
ante Dios, sino también ante el mundo. Ante Dios
se pierde el alma; ante el mundo, el honor.
3.° Nemo repente fit summus, nemo repente fit
malus. (Nadie se hace perfecto de repente, nadie
se hace malo de repente). Por consiguiente,
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