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del noviciado y de la moralidad. En la sesión de
la tarde del día cuatro, exhortó a los Capitulares
a tener presente en sus decisiones este principio:
-Una de las cosas que debemos tener en cuenta
es que lo que hoy se decide debe servir de norma
de aquí a diez, a veinte, a cien años; y, por eso,
hemos de imitar al pintor que dice: Aeternitati
pingo (pinto para la eternidad).
Sobre el Boletín, dijo don Bosco:
-Una cosa son los Cooperadores Salesianos, que
son nuestros bienhechores, y otra los suscriptores
al Boletín como revista. El Boletín no es más que
un medio para dar a conocer nuestras obras, y
mantener unidos a los buenos cristianos con un
único espíritu y un mismo fin. Por consiguiente no
debe ser considerado solamente como una revista
para difundir la verdad y las noticias.
Actualmente las personas que hacen el bien por
motivos políticos ya casi no saben en qué emplear
sus haberes en obras pías; por consiguiente
nuestro fin es dar a conocer nuestras obras en el
Boletín para que, si Dios quiere, ayuden a las
obras salesianas. Pero debemos difundirlo como una
revista conocida por todos.
Enseñó, además, a defender esta publicación
contra las acusaciones de los que la tachan de
soberbia o vanidad.
-El Boletín, dijo, está escrito para nosotros y
para los Cooperadores, que desean conocer
perfectamente nuestras obras.
Con respecto a los Cooperadores hizo dos
recomendaciones, a saber; que se promoviesen las
dos conferencias anuales, en las que se hiciese
((**It16.413**)) la
colecta y se enviase la limosna, y se explicase
claramente la finalidad de los Cooperadores, que
es la de ayudar a la catequesis, difundir la buena
prensa, enviar los muchachos a buenos colegios.
-A nosotros, observó, no nos importa recibir
cien liras más o menos, sino conseguir la gloria
de Dios. Por esto, si los Gobiernos, no nos lo
estorban, el Boletín llegará a ser una potencia,
no por lo que es en sí mismo, sino por las
personas que reunirá. Si los Cooperadores conocen
bien su finalidad, no sólo nos ayudan, sino que
completan abundantemente las obras propias de los
Salesianos.
Quiso don Bosco manifestar también en este
capítulo la importancia que él daba a la
compilación de las crónicas de cada colegio, y
animó a los directores a preocuparse seriamente de
ellas. Ordenó a todos que, para el año siguiente,
llevasen la crónica de la propia casa y puso de
relieve cómo, con este medio, se preparaba un
precioso y rico material para la historia.
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