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((**Es16.343**) un golpe, que la Virgen hizo fracasar, y volvieron los Salesianos a disfrutar de la bonanza y seguridad necesaria para encontrar finalmente un local en la ciudad. En cuanto a los medios para la adquisición del mismo, había dicho don Bosco: -Esperaremos a que la Providencia nos lo dé; y, si no nos los da, la obligaremos a la fuerza. Ya había escrito al canónigo José Cavina 1: <((**It16.408**)) >>Vamos a dejar el campo en manos del enemigo? Jamás. En los grandes peligros, hay que redoblar los esfuerzos y sacrificios. Nosotros trabajaremos con gusto hasta donde alcancen nuestras fuerzas; pero es menester también que V. S. y sus amigos nos ayuden eficazmente a abrir un hospicio para los muchachos pobres. Estúdiese y hágase>>. Se estudió, se hizo y los medios no faltaron. BOSTON Tenemos que aclarar todavía un punto del sueño. Don Bosco había preguntado a Luis Colle cuándo tendrían que ir los Salesianos a Boston, donde se los esperaba. Un párroco de Boston, monseñor Bouland, había proyectado fundar en la ciudad una obra, que, con el título de Nuestra Señora de las Victorias, y bajo el aspecto de una Sociedad, desplegara una intensa acción para la conversión de los protestantes, el culto mariano, el honor de la Iglesia Católica y para socorrer al Papa. A tal fin, los asociados se comprometerían a desembolsar una cantidad determinada individualmente y sus decuriones recogerían más. El centro de la asociación tenía que ser un colegio de sacerdotes misioneros, pero excluidos los religiosos; se pedían sacerdotes seculares, activos, sobre todo en la predicación y en la educación de la juventud 2. Pero, en la práctica, no se encontró ni se esperaba encontrar una asociación de sacerdotes como la que se deseaba, dispuestos a convivir como religiosos sin serlo. Por esto, los amigos parisienses del párroco le aconsejaron que se dirigiera a don Bosco y rogaron al célebre abate Moigno que entablara las primeras negociaciones. Este envió a don Bosco una parte de los documentos, que le habían llegado de América, y se ofrecía, además, para enviar a Turín, si hiciese falta a 1 Turín, 17 de septiembre de 1883. Véase vol. XV, pág. 304 y sigs. 2 Carta de monseñor Bouland al arzobispo monseñor Williams, Boston, 23 de noviembre de 1882. Una parte de los documentos, acerca de este asunto, se conservan en nuestros archivos. (**Es16.343**))
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