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((**Es16.342**) volver a la paz, era absolutamente necesario echarlos fuera sin piedad. Aquel cartel llevaba firmas de anarquistas conocidos y hasta temidos en la ciudad. Las firmas del cartel que acabamos de mencionar llegaban, según se dijo, a dos mil. La denuncia acompañada de las mismas se envió primero a las Autoridades de Rávena y después al Ministerio. Estas persecuciones no desalentaron a don Juan Bautista Rinaldi, sino que le animaron a resistir, pues deseaba realizar los deseos de los buenos. A fines de agosto, fue a Turín para hacer los ejercicios espirituales y asistir al Capítulo General. Vio a don Bosco en San Benigno y sostuvo con él una conversación de dos horas. Informado de ((**It16.407**)) aquella guerra, dijo el Santo: -Verdaderamente están más seguros y tranquilos nuestros Hermanos en las Pampas. Pero no conviene ceder, si te sientes con ánimos, hasta que ellos intenten seriamente un golpe, que María Santísima no permitirá. -Entonces, preguntó el Director, >>qué me aconseja usted, don Bosco: >>Qué quiere que haga? -Decir a los de la Comisión, al Obispo y a don Pablo Taroni que sigan. Más aún; hay que abrir el internado enseguida y a toda costa. Don Juan Bautista Rinaldi le rogó, hasta en confesión, que lo descargara de aquel peso o, por lo menos, le dijera una palabra tranquilizadora. -Sigue adelante, le respondió. Dios hará, si fuere menester, un gran milagro, para ayudarte a obedecer. Y, después de la confesión, le dijo: -Sigue, sigue, sigue. Dios te bendecirá. Estas afirmaciones de seguridad lo confirmaron en el propósito de resistir a todo trance 1. Los hechos dieron la razón a don Bosco antes de lo que se esperaba. El nueve de septiembre, celebróse en el teatro de Faenza una gran asamblea en favor del sufragio universal, totalmente preparada para alcanzar una clamorosa demostración contra los Salesianos; pero hubo un orador que, en el acaloramiento de su discurso, lanzó un grosero insulto contra el Rey, llamándole coronel austríaco. Inmediatamente el delegado del orden público intimó la suspensión del acto y, desde aquel día, las Autoridades, para defenderse a sí mismas, defendieron también a los Salesianos sin quererlo ni buscarlo. Se cumplieron de este modo las palabras de don Bosco; los enemigos intentaron 1 Carta de don Juan Bautista Rinaldi a don Pablo Taroni, San Benigno, 1.° de septiembre de 1883. (**Es16.342**))
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