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volver a la paz, era absolutamente necesario
echarlos fuera sin piedad.
Aquel cartel llevaba firmas de anarquistas
conocidos y hasta temidos en la ciudad. Las firmas
del cartel que acabamos de mencionar llegaban,
según se dijo, a dos mil. La denuncia acompañada
de las mismas se envió primero a las Autoridades
de Rávena y después al Ministerio.
Estas persecuciones no desalentaron a don Juan
Bautista Rinaldi, sino que le animaron a resistir,
pues deseaba realizar los deseos de los buenos. A
fines de agosto, fue a Turín para hacer los
ejercicios espirituales y asistir al Capítulo
General. Vio a don Bosco en San Benigno y sostuvo
con él una conversación de dos horas. Informado de
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aquella guerra, dijo el Santo:
-Verdaderamente están más seguros y tranquilos
nuestros Hermanos en las Pampas. Pero no conviene
ceder, si te sientes con ánimos, hasta que ellos
intenten seriamente un golpe, que María Santísima
no permitirá.
-Entonces, preguntó el Director, >>qué me
aconseja usted, don Bosco: >>Qué quiere que haga?
-Decir a los de la Comisión, al Obispo y a don
Pablo Taroni que sigan. Más aún; hay que abrir el
internado enseguida y a toda costa.
Don Juan Bautista Rinaldi le rogó, hasta en
confesión, que lo descargara de aquel peso o, por
lo menos, le dijera una palabra tranquilizadora.
-Sigue adelante, le respondió. Dios hará, si
fuere menester, un gran milagro, para ayudarte a
obedecer.
Y, después de la confesión, le dijo:
-Sigue, sigue, sigue. Dios te bendecirá.
Estas afirmaciones de seguridad lo confirmaron
en el propósito de resistir a todo trance 1.
Los hechos dieron la razón a don Bosco antes de
lo que se esperaba. El nueve de septiembre,
celebróse en el teatro de Faenza una gran asamblea
en favor del sufragio universal, totalmente
preparada para alcanzar una clamorosa demostración
contra los Salesianos; pero hubo un orador que, en
el acaloramiento de su discurso, lanzó un grosero
insulto contra el Rey, llamándole coronel
austríaco. Inmediatamente el delegado del orden
público intimó la suspensión del acto y, desde
aquel día, las Autoridades, para defenderse a sí
mismas, defendieron también a los Salesianos sin
quererlo ni buscarlo. Se cumplieron de este modo
las palabras de don Bosco; los enemigos intentaron
1 Carta de don Juan Bautista Rinaldi a don
Pablo Taroni, San Benigno, 1.° de septiembre de
1883.
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