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puramente frailuna y papal con la que ahogan en
los corazones juveniles todo sentimiento generoso
y patriótico, imbuyéndolos de doctrinas
clericales, acostumbrándolos a considerar esta
patria, fruto de tantos sacrificios, como un hurto
y preparándolos para ser, cuando lleguen a
adultos, otros tantos soldados del poder temporal
(...). Y si es admisible que fuera de Italia puede
haber curas y frailes que sean, incluso, buenos
patriotas, esto es absolutamente imposible en
Italia y las excepciones rarísimas no pueden
probar lo contrario; puesto que en Italia tenemos
la cuestión del poder temporal del Papa, para
ellos siempre abierta, y los curas y frailes,
estando absolutamente sujetos y dependientes del
Papa, tienen inevitablemente que ser enemigos de
la unidad de la patria y, por tanto, de la patria
misma>> 1.
No se hubiera podido representar con términos
de más cruda realidad la incurable disensión, que
las sectas habían abierto y continuamente
agravaban en Italia, entre el poder religioso y el
poder político.
Pero, a la par de esta prosa mordaz, emergen a la
meridiana luz del día tres hechos, a saber: que el
programa de don Bosco era notoriamente católico en
todo el ((**It16.406**))
sentido de la palabra; que por esto tenía que ser
necesariamente combatido con toda clase de medios
por el sectarismo imperante; y que, si a pesar del
encarnizamiento de los adversarios, logró tender
por todo el país una red de instituciones
juveniles, que fueron arca de salvación para
muchísimos, la historia quedará obligada a
reconocerle el mérito de haber contribuido en
medida incalculable a conservar la levadura de un
porvenir mejor.
Otro diario de Rávena, el Sole dell'avvenire,
aseguraba que si los Salesianos no se marchaban
espontáneamente, se acudiría a medios
ultrarradicales para echarlos 2.
Los animos estaban divididos en la ciudad. Los
buenos, desarmados y no pertrechados todavía para
las batallas reclamadas por los tiempos, gemían;
pero no se atrevían a actuar o no sabían. Las
Autoridades llamaban de vez en cuando al Director,
pedíanle explicaciones y le aconsejaban prudencia.
Un día, el teniente de los carabineros le advirtió
que su vida corría peligro y que llevase consigo
un revólver.Pero él, sin amedrentarse, seguía
buscando un nuevo local, aunque no lograba
encontrar nada.
Para excitar al populacho fijaron un cartel por
la ciudad, acusando a los Salesianos, ante el
Gobierno, de que hacían resurgir el feroz
antagonismo de antaño entre el arrabal y la ciudad
y que, si se quería
1 Números del 27 y 28 de junio y del 3 de julio
de 1883.
2 Número del 31 de julio de 1883.
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