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éstas estaban habitadas por indígenas bastante
numerosos; otras estériles, desnudas, rocosas,
deshabitadas; otras completamente cubiertas de
hielo y nieve. A occidente numerosos grupos de
islas, habitadas por muchos salvajes.
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(Parece ser que el nudo colocado sobre el número o
grado 47 representase el lugar de partida, el
centro salesiano, la misión principal donde los
misioneros, después de concentrados, salieron
hacia las islas Malvinas, Tierra del Fuego y otras
islas de aquellas regiones de América).
Por la tarde opuesta, esto es, del 0 al 10
continuaba la misma tierra terminando en aquella
agua que ya había visto últimamente. Me pareció
que aquella agua era el Mar de las Antillas que
contemplaba entonces de manera tan sorprendente
que no me sería posible expresar con palabras tal
visión.
Cuando yo dije: -Hay agua, aquel jovencito me
respondió:
-Ahora sume 55 más 10. >>Cuánto hacen?
Y yo:
-Suman 65.
-Ahora ponedlo todo junto y formaréis una sola
cuerda.
->>Y después?
->>Hacia esta parte qué es lo que hay?
-Y me señalaba un punto en el panorama.
-Hacia el Occidente veo altísimas montañas y al
Oriente el mar.
(He de hacer notar que yo lo veía todo en
conjunto, como en miniatura, lo mismo que después,
como diré, vi en su grandiosa realidad y en toda
su extensión, y los grados señalados en la cuerda
y que correspondían con exactitud a los grados
geográficos de latitud, fueron los que me
permitieron retener en la memoria durante varios
años los puntos sucesivos que visité, al hacer el
viaje en la segunda parte del sueño).
Mi joven amigo prosiguió:
-Pues bien, estas montañas son como una orilla,
como un confín. Desde aquí hasta allá se extiende
la mies ofrecida a los salesianos. Son millares y
millones de habitantes que esperan vuestro
auxilio, que aguardan la fe.
Dichas montañas eran las cordilleras de los
Andes de América del Sur y aquel mar el Océano
Atlántico.
-Y >>cómo hacer?, repliqué yo; >>cómo conseguir
conducir tantos pueblos al redil de Jesucristo:
->>Cómo hacer? íMirad!
Y he aquí que llega don Angel Lago 1 que traía
una canasta de higos pequeños y verdes, el cual me
dijo:
-íTome, don Bosco!
->>Qué me traes?, pregunté yo mientras me
fijaba en el contenido del canasto.
-Me han dicho que se los traiga a usted.
-Pero, estos higos no son comestibles; no están
maduros.
Entonces, mi joven amigo tomó aquel canasto,
que era muy ancho, pero que tenía muy poco fondo,
y me lo presentó diciendo:
-íHe aquí el regalo que os hago!
->>Y qué debo hacer con estos higos?
((**It16.389**)) -Estos
higos no están maduros, pero pertenecen a la gran
higuera de la vida. Debéis buscar la manera de
hacerlos madurar.
1 Don Angel Lago, secretario particular de don
Miguel Rúa, muerto en olor de santidad en
1914.(**Es16.327**))
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