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((**Es16.326**) -Sentaos aquí, en esta mesa, y después tirad de esta cuerda. En medio de aquella gran sala había una mesa sobre la que estaba enrollada una cuerda y vi que la cuerda estaba marcada como el metro con rayas y números. Más tarde me di cuenta también de que aquella sala estaba colocada en América del Sur, precisamente sobre la línea del Ecuador y que los números grabados en la cuerda correspondían a los grados geográficos de latitud. ((**It16.387**)) Yo tomé, pues, un extremo de la cuerda, lo examiné y vi que al principio tenía señalado el número cero. Yo reía. Y aquel joven angelical, me dijo: -No es tiempo de reír. íObservad! >>Qué es lo que hay escrito sobre la cuerda? -El número cero. -Tirad un poco. Tiré un poco de la cuerda y apareció el número 1. -Tirad aún un poco mas y haced un gran rollo con la cuerda. Así lo hice y aparecieron los números 2, 3, 4, hasta el 20. ->>Basta ya?, pregunté. -No; más, más. Seguid tirando hasta que encontréis un nudo, replicóme el jovencito. Continué tirando hasta el 47, donde encontré un grueso nudo. Desde aquí la cuerda seguía pero dividida en numerosas cuerdecillas que se dirigían hacia Oriente, Occidente y Mediodía. ->>Basta ya?, pregunté. ->>Qué número es?, preguntó a su vez el jovencito. -El número 47. ->>Cuanto hacen 47 más 3? -íCincuenta! ->>Más 5? -íCincuenta y cinco! -No lo olvidéis: íCincuenta y cinco! Después me dijo: -Seguid tirando. -Ya he llegado al final, le dije. -Entonces volved hacia atrás y tirad de la cuerda por la otra parte. Tiré de la cuerda por la parte opuesta hasta llegar al número 10. Aquel joven dijo entonces: -íTirad más! -Ya no se puede más. No hay más. -íCómo! >>Que no hay más? íObservad bien! >>Qué hay? -Hay agua, respondí. En efecto: en aquel momento se operó un fenómeno extraordinario, que sería imposible describir. Yo me encontraba en aquella habitación y, al tirar de aquella cuerda, ante mi vista se ofrecía la perspectiva de un país inmenso que yo dominaba como a vista de pájaro y que se extendía cada vez mas, según se iba alargando la cuerda. Desde el primer cero hasta el número 55, era una extensión de tierra inmensa que después de un estrecho mar, al fondo se dividía en cien islas, de las que una era mucho mayor que las otras. A estas islas parece que aludían las cuerdecillas desparramadas que partían del gran nudo. Cada cuerdecita iba a dar a una isla. Algunas de (**Es16.326**))
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