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un amigo del corazón, tras una larga ausencia.
Muchos de los más próximos lo abrazaron, dando
prueba elocuente de lo que es el afecto, que el
sacerdote de Cristo sabe conquistarse en el
pueblo. Aquella escena tan conmovedora arrancó
muchas lágrimas de alegría. Después, el padre
Costamagna se encaminó, seguido por el gentío,
hacia la iglesia de San Carlos, donde se habían
reunido muchas otras personas y, profundamente
conmovido, dirigió a los fieles unas breves
palabras de agradecimiento, llenas de suave
unción>>.
El sueño al que aludía don Bosco en la posdata
de la carta a don Santiago Costamagna, era una
dramática representación alegórica en torno al
porvenir de las Misiones salesianas por América
del Sur; porvenir de una grandiosidad épica,
presagiado ya por los que intuían algo que no era
puramente humano en la Obra de don Bosco. Una
revista francesa 1, por ejemplo, ((**It16.385**)) en un
artículo sobre la propagación de la fe, escribía:
<(**Es16.324**))
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