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((**Es16.322**) Don Santiago Costamagna entregó a don Bosco otras cartas de Cooperadores y de Salesianos 1; todos le suplicaban que les devolviera al Inspector con muchos compañeros. Cuando éste llegó a Italia, el Siervo de Dios empezaba los preparativos para una expedición de Salesianos e Hijas de María Auxiliadora a América del Sur. La anunció oficialmente el día veinticuatro de octubre, con una circular redactada por don Juan Bonetti, traducida también al francés y firmada por él. Componían la expedición veinte Salesianos entre sacerdotes, clérigos y coadjutores y doce Hijas de María Auxiliadora. Se calculaba que los gastos llegaban aproximadamente a las cien mil liras; don Bosco invocaba la caridad de los Cooperadores; y daba las gracias a los donantes, con una cartita en italiano y en francés, escrita por él y litografiada de manera que parecía autógrafa 2. Quiso que los expedicionarios pasaran a su lado quince días y así, a la par que gozaban de estar con él, estudiaban con ardor la lengua española. El buen Padre tuvo, además, la bondad de proporcionarles un paseo al santuario de San Pancracio en Pianezza y acompañarlos personalmente. La ceremonia de la despedida se celebró el día diez de noviembre. Don Santiago Costamagna, jefe del grupo, pronunció el discurso; don Bosco dio la bendición. Aquella misma tarde partieron los expedicionarios hacia Sampierdarena, desde donde siguieron viaje a Marsella, acompañados por don Juan Cagliero; él representaba a don Bosco, ((**It16.383**)) a quien la delicada salud impedía aquella vez la fatiga del largo viaje. El Papa se había interesado por su estado de salud y había dicho a don Juan Cagliero, al que recibió en audiencia el día cinco de noviembre a su regreso de Sicilia, y a don Santiago Costamagna, que había ido a saludarle: -Hay que recomendarle que cuide su salud, que es muy preciosa y muy útil para el bien e incremento de vuestra Congregación. Pero su corazón de padre, conmovido por la separación, quiso desahogarse y, con estos renglones llenos de cariño, alcanzó a don Santiago Costamagna en Marsella. Mi querido Costamagna: Vosotros os habéis marchado y verdaderamente me habéis desgarrado el corazón. Me he animado, pero he sufrido y no me fue posible conciliar el sueño en toda la noche. Hoy estoy más sereno, bendito sea Dios. 1 Una muy notable era de aquella alma santa que fue don José Vespignani (Apéndice, doc. núm. 86). 2 Véase Apéndice, doc. núm. 87, A-B. (**Es16.322**))
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