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Don Santiago Costamagna entregó a don Bosco
otras cartas de Cooperadores y de Salesianos 1;
todos le suplicaban que les devolviera al
Inspector con muchos compañeros. Cuando éste llegó
a Italia, el Siervo de Dios empezaba los
preparativos para una expedición de Salesianos e
Hijas de María Auxiliadora a América del Sur. La
anunció oficialmente el día veinticuatro de
octubre, con una circular redactada por don Juan
Bonetti, traducida también al francés y firmada
por él. Componían la expedición veinte Salesianos
entre sacerdotes, clérigos y coadjutores y doce
Hijas de María Auxiliadora. Se calculaba que los
gastos llegaban aproximadamente a las cien mil
liras; don Bosco invocaba la caridad de los
Cooperadores; y daba las gracias a los donantes,
con una cartita en italiano y en francés, escrita
por él y litografiada de manera que parecía
autógrafa 2.
Quiso que los expedicionarios pasaran a su lado
quince días y así, a la par que gozaban de estar
con él, estudiaban con ardor la lengua española.
El buen Padre tuvo, además, la bondad de
proporcionarles un paseo al santuario de San
Pancracio en Pianezza y acompañarlos
personalmente.
La ceremonia de la despedida se celebró el día
diez de noviembre. Don Santiago Costamagna, jefe
del grupo, pronunció el discurso; don Bosco dio la
bendición. Aquella misma tarde partieron los
expedicionarios hacia Sampierdarena, desde donde
siguieron viaje a Marsella, acompañados por don
Juan Cagliero; él representaba a don Bosco,
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quien la delicada salud impedía aquella vez la
fatiga del largo viaje. El Papa se había
interesado por su estado de salud y había dicho a
don Juan Cagliero, al que recibió en audiencia el
día cinco de noviembre a su regreso de Sicilia, y
a don Santiago Costamagna, que había ido a
saludarle:
-Hay que recomendarle que cuide su salud, que
es muy preciosa y muy útil para el bien e
incremento de vuestra Congregación.
Pero su corazón de padre, conmovido por la
separación, quiso desahogarse y, con estos
renglones llenos de cariño, alcanzó a don Santiago
Costamagna en Marsella.
Mi querido Costamagna:
Vosotros os habéis marchado y verdaderamente me
habéis desgarrado el corazón. Me he animado, pero
he sufrido y no me fue posible conciliar el sueño
en toda la noche. Hoy estoy más sereno, bendito
sea Dios.
1 Una muy notable era de aquella alma santa que
fue don José Vespignani (Apéndice, doc. núm. 86).
2 Véase Apéndice, doc. núm. 87, A-B.
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