Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es16.314**) de intermediario. Nosotros respetamos mucho a los ministros de Dios, porque siempre nos han querido y protegido. En tiempo de Calfucurá, padre de Namuncurá, bastó la palabra de un sacerdote para impedir una matanza de los nuestros. Don Domingo Milanesio no podía dejar escapar tan hermosa ocasión. Pero como era la primera vez que iba a Fortín Roca para ejercer allí su ministerio, le pareció una temeridad asumir, sin más, el oficio de mediador entre las dos partes que se habían enzarzado en una guerra tan obstinada y encarnizada; ignoraba, además, las verdaderas razones por las que había sido rechazada la embajada anterior y, por tanto, temía precipitar las cosas y disgustar a la autoridad militar favoreciendo a un enemigo quizás poco sincero. Aconsejó, pues, a su interlocutor que fuera a decir a Namuncurá que se presentase él mismo con sus hombres en el Fortín; que él salía fiador de que allí sería recibido con todos los honores por el general. Que podía acudir sin temor, pues él estaría presente en el encuentro. No se contentó el enviado con palabras, sino que quiso un escrito, y don Domingo Milanesio escribió al cacique en el sentido antes dicho 1. El audaz guerrero que, hasta poco tiempo antes, había ((**It16.373**)) empuñado furiosamente la lanza en muchas batallas contra el ejército regular, una vez leído el escrito, depuso su fiereza, venció sus naturales resentimientos y, sin demora, se puso en marcha con numeroso séquito. Se procedió con mucha prisa, pues, veinte días después de haber escrito la carta, apareció Namuncurá en los puestos avanzados de Fortín Roca. Entre el regreso de sus mensajeros y su ida habían recorrido no menos de novecientos kilómetros. Namuncurá no tuvo que arrepentirse del partido que había tomado. Don Domingo Milanesio fue su fiel mentor y quedó concertada la paz; es más, después de algunos años de fidelidad, el gobierno argentino le concedió el grado de coronel con el sueldo correspondiente y le concedió en propiedad nueve leguas de territorio para sí y para las familias de su tribu. Aquel suceso tan feliz facilitó a don Domingo Milanesio la evangelización de algunas tribus aposentadas a lo largo del río Neuquén, mientras actuaban tranquilamente en otras partes don José María Beauvoir y su valeroso superior don José Fagnano. El mismo Namuncurá recibió el bautismo en los últimos años de su vida, de manos de monseñor Cagliero, a quien confió el último de sus hijos para la educación. Este joven, llamado Ceferino, de talento despejado 1 Véase Apéndice, doc. núm. 84. (**Es16.314**))
<Anterior: 16. 313><Siguiente: 16. 315>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com