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((**Es16.309**)((**It16.366**)) CAPITULO XIII LOS SALESIANOS ENTRAN EN BRASIL. VICARIATO Y PREFECTURA APOSTOLICA EN PATAGONIA. GRAN SUEÑO MISIONERO LA historia de la Congregación registra en este año dos grandes acontecimientos: la entrada de los Salesianos en Brasil y la fundación de un Vicariato y una Prefectura Apostólica en la Patagonia. El primero señaló el principio del desarrollo extraordinario, emprendido por la obra de don Bosco en aquel inmenso país; el otro coronó los duros y persistentes esfuerzos de don Bosco para llegar a una definitiva circunscripción eclesiástica en las tierras evangelizadas y las que esperaban la evangelización desde las orillas del Río Negro hasta el estrecho de Magallanes. Y parece verdaderamente que fue voluntad del Cielo que el año 1883 fuese una fecha fatídica en los anales de la incansable actividad misionera, que los hijos de don Bosco estaban llamados a desarrollar en América del Sur, porque precisamente en este año tuvo don Bosco un sueño portentoso que le abrió las puertas del porvenir, e hizo pasar ante su mirada atónita el inmenso campo de acción reservado a sus hijos desde Cartagena de Indias hasta Punta Arenas, en el estrecho de Magallanes. Una fantasmagoría de hombres y de cosas como para quedar atónito; pero los hechos han demostrado, y siguen demostrando, que no era ilusión de quien duerme. Hacía seis años que monseñor Lacerda, obispo de Río de Janeiro, ((**It16.367**)) rogaba y suplicaba a don Bosco que enviase los Salesianos a su diócesis. Don Bosco prometía y esperaba hasta que, llegado a Italia don Luis Lasagna, le encargó el Santo que procediese a la inauguración de la primera casa en Brasil. Don Luis Lasagna, que habría querido ver en aquel imperio, no una, sino tres casas al menos, preparó en seguida un grupo de siete salesianos para enviarlos a Niterói, en los aledaños de la capital brasileña; pero, al declararse allí la terrible fiebre amarilla, el mismo Obispo, por miedo a que el contagio hiciese también entre ellos alguna víctima, aconsejó que se difiriera. Amainado, por fin, el peligro, la generosa expedición, escoltada por don Luis Lasagna y capitaneada por don Miguel Borghino, zarpó el día diez de julio desde Montevideo hacia Río de Janeiro. La salida fue precedida por la ceremonia de despedida en la iglesia de Santa Rosa en Villa Colón. Asistieron a ella muchos Cooperadores (**Es16.309**))
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