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más. Don Juan Bonetti ya no debía temer nada, pues
tenía quien defendía sus espaldas. De acuerdo con
la costumbre, el Cardenal envió a los turineses su
primera carta pastoral: la voz del pastor a su
rebaño llevaba fecha del siete de octubre y la
titulaba: Espectáculo divino de la Iglesia
Católica. En ella exponía las palabras del Apóstol
a los cristianos de Corinto: Spectaculum facti
sumus mundo et Angelis et hominibus. (Dios nos ha
puesto a modo de espectáculo para el mundo, los
ángeles y los hombres). La Gazzetta del Popolo
lanzó contra el documento episcopal una crítica
malévola, pérfida y necia, que provocó la
indignación de don Juan Bonetti y despertó en él
la idea de responder con un encendido folleto que
tituló: El mosquito y el águila. Se repartieron
gratuitamente más de cien mil ejemplares. El
mosquito intentó una réplica, tildando de
<> al folleto y de <> al autor, con injuriosa alusión a don
Bosco;pero, en resumidas cuentas hizo muy mal
papel.
Al aproximarse la llegada del Arzobispo, el
mismo don Juan Bonetti volvió a publicar su obrita
como apéndice a una monografía, con breves datos
de la vida y obras del Eminentísimo Alimonda;
también se inundó Turín con esta publicación. Era
necesario disipar de la mente de los que las
desconocían las malas prevenciones, que la secta
iba sembrando contra la persona del nuevo Pastor.
Una comisión de señores, constituida para
preparar la solemne entrada, concibió la idea de
hacer un álbum, con los pensamientos y firmas de
ciudadanos distinguidos, para encuadernarlo
después y presentarlo como homenaje el día de la
llegada. También enviaron una hoja a don Bosco, el
cual escribió en ella estas palabras: María sit
tibi et omnibus Dioecesanis tuis auxilium in vita,
levamen in angustiis et in periculis, subsidium in
morte, gaudium in coelis. -Joannes Bosco Sacerdos,
Rector Maior. (Sea María para ti y todos tus
diocesanos auxilio en la vida, alivio en las
dificultades y en los peligros, socorro en la
muerte, gozo en el cielo. -Juan Bosco, presbítero,
Rector Mayor).
((**It16.361**)) Pero
la Masonería trabajaba con todas sus fuerzas para
obstaculizar la pacífica entrada del Arzobispo. Su
manifiesta devoción al Papa constituía un crimen
contra la patria a los ojos de los politicastros y
de sus secuaces en aquellos años de violento
anticlericalismo.
El Cardenal, apenas fue preconizado, escribió
una hermosa carta a De Sambuy, Alcalde de Turín,
que dio de ella comunicación al Concejo,
notificando al mismo tiempo la ya concedida
concesión del regio Exequátur; todo daba motivo,
por tanto, para creer que los representantes de la
ciudad tomarían parte oficial en la entrada.
Apareció
(**Es16.304**))
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