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detuvo a hablar afablemente con ellas. El padre
Borgatello, que estaba presente, se extrañó en sus
adentros al ver la familiaridad con que el Santo
trataba a personas de otro sexo. Rumiaba todavía
este pensamiento, cuando el Siervo de Dios,
después de despedirse de aquellas Cooperadoras,
volvióse a él y le dijo al oído:
-Ya lo ves, no hay que hacer consistir la
santidad en lo exterior.
Ignorasen o no que don Bosco había sido siempre
martillo de los protestantes en Turín y en otras
partes, algunos Cooperadores, animados por el
espíritu de su Asociación y pasmados ante lo que
los protestantes de allende los Alpes venían
perpetrando en Italia, le enviaron un cuadro
sinóptico, en el que, de un golpe de vista, podía
ver la actividad de la nefasta propaganda 1. En el
margen superior de la hoja se leía: <<íVea don
Bosco lo que hicieron hasta ahora los protestantes
en Italia! >>Qué debemos hacer nosotros al
considerar tanto mal?>>. Al pasar la mirada sobre
aquella hoja hubo de complacerse una vez más por
haber llevado a efecto una oportunísima idea, a
saber, la reimpresión, que acababa de hacer, de
uno de sus antiguos trabajos. En las Lecturas
Católicas del 1853 había publicado seis folletos
con una apología de la Iglesia contra los
innovadores de la Reforma que tituló El católico
instruido. Preparó, pues, una nueva publicación de
aquella obra y añadió, corrigió y reunió las
diversas partes en un solo volumen que tituló El
católico en el mundo. Como libro <>, lo calificó la Civilt… Cattolica, <> 2. En efecto, obtuvo el honor de varias
ediciones y todavía es apreciado y buscado.
Por su parte él consideraba siempre sus
Lecturas Católicas como una óptima defensa popular
contra la encarnizada propaganda ((**It16.25**))
anticatólica; por eso, en aquel momento en que, a
la sombra de la iglesia de San Juan, se iba
creando un nuevo centro de actividad religiosa en
la ciudad, quería que la publicación mensual se
difundiese desde allí lo más ampliamente posible a
su alrededor. Este fue un motivo de la cartita,
que escribió el día ocho de enero a don Juan
Marenco, Rector de la iglesia.
Queridísimo Marenco:
He dicho a Barale 3 que se entienda contigo
para ocuparse de las Lecturas Católicas y de su
difusión. El prometió hacerlo de corazón y me
escribió la carta que te adjunto.
1 Véase Apéndice, doc. núm. 6.
2 Vol. III del 1883, pág. 81 (Apéndice, doc.
núm. 7).
3 Coadjutor salesiano, director de la Librería
Salesiana.(**Es16.30**))
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