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izquierda, acudís en nuestra ayuda de tantos
modos. íAh, si me fuera permitido descorrer el
velo que cubre tantas obras industriosas de
caridad, como muchos de vosotros hacéis a lo largo
del año, se verían cosas dignas de contarse entre
las gestas de los fieles cristianos de los
primeros siglos!
Me limitaré a algunos hechos callando nombres y
lugares. Hay personas que encuentran la manera de
ahorrar, trabajando sin descanso en obras de
caridad, como coser y remendar la ((**It16.23**)) ropa
hecha jirones, hacer calcetines, camisas; y
después lo traen diciendo: -Esto para vestir a los
pobrecitos de Jesús-.Hay otros que limitan incluso
la calidad y cantidad de los alimentos, de la
ropa, de las alfombras; dejan para más tarde la
renovación del coche o renuncian a él, y lo hacen,
según ellos dicen, para reunir algún dinero con
que dar de comer a los hambrientos y de beber a
los sedientos. Conozco personas acomodadas y de
elevada condición que hacen largos viajes junto
con los más pobres,. renuncian a todo boato y
comodidad; se privan de ir a honestos
esparcimientos, reducen el número de personas de
servicio, convirtiéndose, por así decir, en
servidores de sí mismos, con el único fin de
disponer de algún dinero más, para dedicarlos a
obras de caridad 1. Y algunos aprovechan el
veraneo para confeccionar o reparar prendas de
vestir para los niños pobres.
No hace mucho tiempo, entró cierta persona en
una de nuestras casas y vio que bastantes
muchachos llevaban ropa de verano. Se conmovió y,
al enterarse de que la carencia de medios impedía
hacer las necesarias provisiones, quiso remediarlo
ella misma, y, antes de que acabara el día, aun
con grave sacrificio de su parte, proporcionó la
ropa necesaria a aquellos pobrecitos de J. C.
Un rico señor, cuyo nombre también debo callar,
supo que en otra casa escaseaba el pan, pues el
panadero se negaba a darlo por la gran deuda que
ya se había contraído con él. Como no tenía dinero
disponible en aquel momento, no vaciló en
deshacerse de algunos valores fiduciarios, para
pagar aquella deuda y así poner al panadero en
condiciones de seguir dando de comer a los
hambrientos.
Y no sigo esta relación, que podría ser muy
larga; pero no puedo dejar de bendecir a Dios,
bendecir la santa religión católica que infunde
tanta fe en el corazón de sus hijos, que infunde
tanta caridad en quienes la profesan. Sí, doy las
gracias, etc.
La Unit… Cattolica del día primero de febrero,
después de compendiar brevemente el discurso y
describir la impresión producida por sus palabras,
observaba que los oyentes habían quedado
convencidos de tres cosas, a saber: que don Bosco
no era solamente un amigo, un padre, sino también
un elocuente abogado de la juventud; que, si
hubiese tenido medios, a la medida de su celo y su
fuerza de voluntad, habría cambiado la faz del
mundo; y que ayudar a sus instituciones era hacer
una obra no sólo católica, sino también
filantrópica y social.
((**It16.24**)) Después
de la conferencia sucedió un gracioso episodio,
que solía contar don Mayorino Borgatello. Al ir
don Bosco desde la sacristía hasta el despacho del
Rector de la iglesia, se encontró en el pasillo
con un grupo de nobles señoras, que esperaban allí
para saludarlo. Se
1 Un Cooperador que practicaba exactamente todo
esto era el conde Próspero Balbo, de Turín, a
quien recuerdan los más ancianos de los
nuestros.(**Es16.29**))
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