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((**Es16.283**) no entra esto; aquí debe moverle a usted un motivo de caridad. Está moribundo y le llama a usted un príncipe, el jefe de una casa que ha servido siempre a la Iglesia; y >>tendría usted el valor de negarle este consuelo? San Francisco de Paula voló a la cabecera del moribundo Luis XI; la caridad hizo acallar toda consideración. Pasó después a mostrarle que en Francia no se le perdonaría que se negara a atender a aquél, a quien muchos consideraban como legítimo soberano. Don Bosco escuchó reflexionando y callaba. El barón Ricci, que estaba casi siempre en disposición de bromear, rompió el silencio diciendo: -Pronto veremos a don Bosco peleando con los partidarios de la dinastía de Francia. La <> 1 del enviado había vencido; también Ricci había dado en el blanco. -íBueno! íPaciencia!, exclamó don Bosco, que ciertamente no se habría hecho rogar tanto para acudir a la cabecera de cualquier pobre hombre. Después, con su dulce, serena y amable sonrisa, siguió diciendo: -Me llegaron telegramas de Frohsdorf y respondí con telegramas; me escribieron cartas y respondí con cartas; ahora me han enviado una persona, y respondo con mi persona. La tranquilidad y naturalidad con que hablaba pareciéronle a Du Bourg las de quien, ponderando las cosas ante Dios, estaba dispuesto a cambiar de parecer sin sombra de queja. -Estoy a su disposición, añadió. Fije la hora de la partida y comuníquemela. Profirió las últimas palabras meneando la cabeza de tal modo, que su interlocutor lo interpretó como señal de mal agüero, como si quisiera decir que él no tenía nada que hacer allí. Se concertó el itinerario, y se le propuso partir aquella misma tarde a las siete. Era viernes; el domingo siguiente ((**It16.336**)) debía celebrarse en el Oratorio la reunión anual de los antiguos alumnos seglares, y don Bosco no podía faltar a ella. Habría querido, por tanto, aplazar la salida hasta dos días más tarde; pero, ante los razonamientos de Du Bourg acabó por admitir que, dadas las circunstancias del caso, era demasiado largo el aplazamiento, y puesto que había de ir, lo mismo daba salir enseguida. 1 La frase es del abate Curé en su relación. (**Es16.283**))
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