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llegaron a don Bosco tres telegramas de distintas
partes pidiendo oraciones. Don Bosco mandó
contestar con tres cartas asegurando que se
rezaría y se comenzaría en seguida una novena. Un
cuarto telegrama, enviado por el conde de
Charette, hacía la misma súplica y también se le
hizo la misma promesa por carta. Los médicos no
estaban de acuerdo acerca de la naturaleza del
mal, unos opinaban que había un tumor canceroso en
el píloro, otros una inflamación interna con
endurecimiento de tejidos en la base del estómago.
Mientras tanto, los periódicos publicaban
diariamente los boletines médicos, que eran leídos
con avidez en toda Francia. Príncipes y jefes
monárquicos acudían a Frohsdorf, temiendo el
próximo desenlace. Los círculos partidarios del
Piamonte estaban sobresaltados. Se celebraban
pacíficas demostraciones en muchas ciudades; y en
todas asistían numerosos fieles a misas celebradas
para obtener del cielo la curación. El Fígaro del
4 de julio escribía: <((**It16.333**)) que
creían apagada en Francia la idea monárquica, se
convencen ahora de lo grande que era su error>>.
El día cuatro, al mediodía, recibió don Bosco
del abate Curé, capellán del castillo, un
telegrama en estos términos: <>.
Don Bosco contestó que acababa de llegar de
Francia, que estaba cansado y enfermo y no se
sentía con fuerzas para emprender tan largo viaje;
que rezaría y haría rezar a sus muchachos. No
conocemos el contenido de una carta posterior, a
la que contestó en el mismo sentido.
Como el mal se agravara cada vez más, el
enfermo, recibió con perfecta serenidad los
últimos sacramentos. El Nuncio de Viena le llevó
personalmente la bendición del Papa y estuvo largo
rato a su cabecera. La Unit… Cattolica del día
siete, decía: <>.
El Gobierno, aunque aparentaba indiferencia,
sin embargo, tenía sus preocupaciones. Le infundía
sospechas especialmente aquel ir y venir de los
Príncipes de Orleáns, por lo que vigilaba sus
movimientos. Hubo, incluso, la propuesta de
expulsar de Francia a los Orleáns, tan pronto como
tomasen actitudes de pretendientes. El castillo de
Frohsdorf había adquirido en pocos días celebridad
europea.
Junto a la cama del enfermo se sucedían las
consultas médicas y en su estado de salud se
alternaban mejorías y empeoramientos. En el
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