Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es16.272**) nadie, como dijo después el huésped, podría haber adivinado cuando oía buenas o malas noticias, tanta era la calma y serenidad, siempre dibujadas en su rostro. Sucedió al francés un Director italiano, procedente de Sicilia. Era, sin don Pedro Guidazio, que llevaba cuatro años al frente del colegio de Randazzo, el único de entonces en la isla. Perseguido sin tregua por las autoridades académicas por motivos sectarios, describía dramáticamente en su pintoresco lenguaje sobre todo las vejaciones del delegado provincial de estudios. Don Bosco, después de oírlo todo, empezó a hacerle oportunas sugerencias sobre la conducta a seguir. ((**It16.322**)) -Y, si esto no bastase, concluyó, dile que don Bosco tiene mucha influencia y puede llegar hasta él. Don Aquiles Ratti, buen observador, asistía a aquella serie de relaciones, pero atendía especialmente al comportamiento de don Bosco, frente a aquella variedad de personas y de temas. Semejante confianza, concedida a un huésped desconocido, no se limitó a aquel caso, sino que durante los dos días, que permaneció en el Oratorio, don Bosco lo admitió en la intimidad de la familia, tratándolo como a uno de los suyos y dejándole en libertad para dar vueltas por la casa, observar la marcha de todo y tomar informes de lo que le viniese en gana. Lo cual no dejó de producir en él una enorme sensación de estupor. Mientras tanto, dos cosas son ciertas, a saber: que aquel breve lapso de tiempo bastó a su ojo sagaz para medir la personalidad de don Bosco y el alcance de su misión, y que las palabras escuchadas entonces y las impresiones recibidas no se borraron ya nunca de la mente del futuro Pontífice, como dan fe de ello sus reiterados sentimientos, testimoniados lo mismo en privado que en audiencias públicas. No son muchas las palabras que sabemos le oyera, pero sí las suficientes para hacer una bonita colección. Don Aquiles Ratti llevaba una amargura en el corazón; unas semanas antes había recomendado a don Bosco un muchacho aprendiz que, vencido por la nostalgia, se había escapado del Oratorio. -íCuánto siento, dijo él, que mi recomendado me haya dejado tan mal! Le disculpa que es un muchacho poco inteligente. Pero don Bosco quiso en seguida rehabilitar a su recomendado y le contestó sonriendo: -En esa ocasión dio su primera prueba de talento. Ya verá cómo sabrá arreglárselas y abrirse camino en la vida. La realidad confirmó el pronóstico; pero en el momento don Aquiles Ratti no dio importancia a aquella hipotética eventualidad. (**Es16.272**))
<Anterior: 16. 271><Siguiente: 16. 273>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com