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((**Es16.268**) don Bosco acompañó a madre e hija hasta la puerta, diciéndoles que volviesen a su pueblo. Don Juan Bautista Lemoyne que, como solía hacer desde algún tiempo, iba cada tarde a pasar una hora en íntima conversación con don Bosco, le encontró todavía muy emocionado por lo sucedido y casi temblando. Como se acercaban las Navidades, don Bosco envió sus felicitaciones al Padre Santo por medio del Cardenal Protector. Su Eminencia le contestó el día veinticuatro: <>. No es para dicho lo mucho que consolaban el corazón de don Bosco, después de las pasadas angustias, estas repetidas muestras de benevolencia por parte de León XIII. Después de las fiestas navideñas, dio en casa el aguinaldo, que con anterioridad había enviado a los colegios. Consistía éste en dos avisos, uno para los alumnos y otro para los hermanos. A los primeros decía: <> (de palabra y de obra). A los segundos: <>. No hemos narrado en este capítulo todo lo que don Bosco hizo y dijo en el Oratorio desde su regreso hasta el término del año; algo se dirá en los capítulos siguientes. Mientras tanto, agrada leer las impresiones que se llevaban del Oratorio y ((**It16.317**)) de don Bosco los huéspedes llegados de tierras remotas. A los testimonios que ya hemos presentado añadiremos uno nuevo, que apareció en cierto periódico romano 1. Un corresponsal de Treviso escribía: <>. 1 L'Amico del Popolo, 9 de diciembre de 1883, en un artículo titulado: <>. Firmado por NOVELLI. (**Es16.268**))
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