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Y no permitió que cumpliera aquella ceremonia.
Es probable también que el Obispo quisiera ahorrar
a don Bosco el trabajo de dar una vuelta ((**It16.315**)) para
llegar hasta sus pies y después arrodillarse y
levantarse, movimientos incómodos para él, a su
edad y con los achaques que dificultaban su andar.
Así lo vio, oyó, y contó después el reverendo
Caroglio, secretario episcopal que asistió al
acto.
El sermón, que duró poco menos de una hora, no
salió del acostumbrado esquema: necesidad de
atender a la educación de la juventud, actividad
de los Salesianos y de las Hijas de María
Auxiliadora en este campo, y precisión de ayuda.
Agradó la confianza que demostró tener en la
Providencia de Dios y en la caridad de los
Cooperadores. Observó:
-Tal vez pudiera decir alguno: íPero con tantas
obras como don Bosco lleva entre manos, acabará
por hacer quiebra! No la hemos declarado hasta
ahora y no la declararemos en adelante. Siempre
sale fiadora por nosotros la divina Providencia y
la caridad de nuestros Cooperadores.
FIN DE AÑO
El día veinte de diciembre por la tarde sucedió
un hecho prodigioso en el Oratorio. Una mujer de
Cervignasco, aldea próxima a Saluzzo, subió a
cuestas hasta la habitación de don Bosco a una
hija suya de nueve años. La niña estaba paralítica
desde los ocho meses, hablaba con mucha dificultad
y no podía caminar. Los médicos, escribía el
párroco en una carta que la mujer entregó al
Santo, afirmaban que no había más esperanza de
curación que someterla a la prueba de la bendición
de don Bosco.
Don Bosco hizo colocar a la niña en el sofá y
junto a ella a su madre; dio después la bendición
a la enferma y le preguntó:
->>Cómo te llamas?
-María, contestó la niña despabilada y rápida
con gran estupor de la madre que abría los ojos de
par en par al ver en ella aquella insólita
energía.
((**It16.316**)) -Haz
la señal de la cruz, siguió diciendo don Bosco.
-En el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén.
-Tenga en cuenta, observó la madre, que no
tiene el brazo derecho tan mal como el izquierdo,
pues de éste no puede valerse para nada.
-Bueno, replicó don Bosco, mueve el brazo
izquierdo.
La niña se puso en pie de un brinco y se echó a
andar. Entonces
(**Es16.267**))
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