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ido a San Benigno para la imposición de la sotana
a los clérigos, fue a verlos y hablándoles a ellos
a solas, trazó, como nunca lo había hecho antes,
la figura del coadjutor salesiano, tal y como él
la concebía.
El evangelio de esta mañana decía: Nolite
timere, pusillus grex, no temas, pequeño rebaño 1.
También vosotros sois el pusillus grex, pero no
temáis, nolite timere, pues creceréis.
Me alegra mucho que se haya comenzado un año de
prueba para los aprendices, con regularidad. Es
ésta la primera vez que vengo a San Benigno desde
que estáis vosotros y, aunque he venido para la
imposición de sotana a los clérigos y no estaré
aquí más que un día, no he querido dejaros sin
deciros dos palabras a vosotros en particular. Os
expondré dos pensamientos.
El primero es para manifestaros mi idea sobre
el coadjutor salesiano. Nunca tuve tiempo ni
comodidad para exponerla bien. Vosotros, pues,
estáis ((**It16.313**))
reunidos aquí para aprender el oficio y educaros
en la religión y en la piedad. >>Por qué? Porque
yo necesito ayudantes. Hay cosas que no pueden
hacerlas los sacerdotes y los clérigos y las
haréis vosotros. Necesito poder disponer de alguno
de vosotros, enviarlo a una tipografía y decirle:
-Tómala a tu cargo y ponla en marcha como es
debido.
Enviar a otro a una librería y decirle:
-La vas a dirigir tú, haz de modo que todo
resulte bien.
Enviar a uno a una casa y decirle:
-Tú cuidarás de que aquel taller o aquellos
talleres funcionen con orden y no falte nada;
tomarás las medidas oportunas para que los
trabajos salgan como deben salir.
Necesito tener en cada casa a alguno a quien
puedan confiarse las cosas más reservadas, el
manejo del dinero, asuntos jurídicos; necesito
quien represente a la casa, en los ambientes
externos. Necesito que marchen bien los asuntos de
la cocina, de la portería; que todo esté a punto,
que no se malgaste nada, que no se salga de casa,
etc. Necesito personas a quienes poder confiar
estas incumbencias. Y vosotros tenéis que ser
éstas personas. En una palabra, vosotros no debéis
ser quienes directamente trabajen o hagan de peón,
sino quienes dirijan. Debéis ser como amos entre
los otros obreros, no como criados. Pero todo,
según regla y dentro de los límites necesarios;
sin embargo, todo tenéis que hacerlo a nivel de
dirección, como dueños vosotros mismos de las
cosas de los talleres. Esta es la idea del
coadjutor salesiano. íTengo gran necesidad de
disponer de muchos que me ayuden de esta manera!
Por eso, me agrada que llevéis trajes decentes y
limpios; que tengáis camas y celdas convenientes,
porque no debéis ser criados, sino dueños; no
súbditos, sino superiores.
Ahora os expongo el segundo pensamiento. Puesto
que debéis ayudar de esta manera a obras grandes y
delicadas, tenéis que adquirir muchas virtudes, ya
que debéis estar al frente de otros, tenéis ante
todo que dar buen ejemplo. Es preciso que donde se
encuentre uno de vosotros, estemos seguros de que
allí reinará el orden, la moralidad, el bien.
Porque, si sal infatuatum fuerit... (si la sal se
hiciere sosa...).
Concluyamos, pues, como hemos empezado: Nolite
timere, pusillus grex. No temáis, pues el número
crecerá; pero especialmente es necesario que
crezcáis en bondad
1 Lc, XIII, 32. Era el evangelio de la misa
Iustus de la fiesta de San Pedro de Alcántara (19
de octubre, aquel año jueves).
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