((**Es16.259**) -No
quiero llevarle a Turín para ver a don Bosco.
->>Y cómo entonces?
Don Bosco, tranquilo, seguía el diálogo con una
sonrisa apenas perceptible. El clérigo y el
viajante belga no perdían una sílaba. Al llegar a
este punto, dijo don Santiago Costamagna al
notario:
-Aquí tiene usted a don Bosco.
Al oír estas palabras, los tres viajeros, como
empujados por un resorte, pusiéronse en pie de un
golpe y cayeron de rodillas. El belga, con las
manos juntas, decía:
-íPerdón! íDios mío, qué sorpresa! Perdone mis
imprudentes palabras!
Era una escena conmovedora. Don Bosco decía:
-Nada, nada; no me ha ofendido; levántense.
Dijo luego unas palabras de cumplido y,
queriendo dejarles un recuerdo, sacó unas medallas
de María Auxiliadora y dio una a cada uno.
-íGracias, gracias!, exclamaba el belga. Yo
quiero mucho a la Virgen, >>sabe usted? Mire.
Y sacó del pecho una medalla que llevaba
colgada al cuello.
-Me la regaló mi madre cuando era niño. Siempre
la llevo encima. Ella me ha librado de muchos
peligros, especialmente en una terrible tempestad,
en un viaje a la India. Hubo un naufragio; fuimos
arrastrados a la costa por las olas; yo quedé
mucho rato sin sentido, pero me pude salvar. Allí
estuvimos tres días sin socorro alguno en unas
tierras plagadas de tigres, de los que nos
defendíamos por la noche encendiendo grandes
hogueras. ((**It16.306**)) Hasta
que, por fin nos recogió un barco y nos llevó a
nuestro destino. >>Pero es verdad, don Bosco, que
usted tiene tantos colegios y tantos jóvenes que
mantener?
Don Bosco le pintó en pocas palabras la
magnitud de su obra.
-íPor consiguiente, tiene usted que ser muy
rico, ídebe poseer muchos millones!
-No poseo nada.
->>Y cómo es posible mantener tantos hospicios
sin poseer nada?
-Los mantiene la Virgen.
-Perdone, pero yo no lo entiendo. No es
posible; son piadosas fantasías... Hacer suponer,
hoy, ayudas del cielo... Pasaron ya los tiempos,
en que... Pero, basta, también yo quiero colaborar
en mis posibles a ayudarle en sus obras. Tome un
pequeño donativo.
Era una moneda de oro de veinte francos.
Dióle don Bosco las gracias y añadió sonriendo:
(**Es16.259**))
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