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evidente que el General, al obligarse a dar para
la iglesia en construcción, daba a la Orden y no
tenía que rendir cuentas a nadie. Así, aquel mismo
año, los Franciscanos de Quaracchi pusieron manos
a la obra, para presentar los diez tomos de la
magnífica edición crítica de Doctoris Seraphici S.
Bonaventurae Opera Omnia.
EN EL TERREMOTO DE CASAMICCIOLA
La caridad de don Bosco tuvo pronto una nueva
ocasión para manifestarse en el campo, que le era
más apropiado. Un terrible movimiento sísmico
sacudió el día veintiocho de julio toda la isla de
Ischia, al norte del golfo de Nápoles, y arrasó
Casamícciola, linda población situada en las
faldas del monte Epomeo, que era una de las más
importantes estaciones termales. Italia entera se
conmovió por el desastre; los Obispos hicieron
llamamientos al corazón de los fieles, para que
ayudaran a socorrer a los desgraciados
supervivientes. También monseñor Vogliotti,
vicario capitular de la archidiócesis de Turín,
exhortó a tender la mano para aligerar las
desdichas de aquellos isleños. Don Bosco, movido a
compasión especialmente por los infelices
huerfanitos, escribió a Monseñor:
Rvmo. Monseñor Vogliotti, Vic. Gral. Cap.:
Deseoso de corresponder en mi poquedad a la
invitación de V. S. Rvma. en favor de los
desgraciados de Casamícciola, me ofrezco a recibir
por ahora a dos muchachos pobres, entre los doce y
los dieciséis años de edad.
Desde luego tendrán que uniformarse a la
disciplina de la casa, en la que serán alimentados
y vestidos hasta que, con la ciencia adquirida o
con un oficio aprendido se hallen en situación de
ganarse en otra parte el pan para vivir. Querría
colaborar con mayor abundancia, ((**It16.299**)) en
ayuda de este público desastre, pero, al presente,
no puedo hacer más. Quiera Dios concedernos
tiempos mejores, tiempos de paz y de prosperidad.
Ruego a su bondad tenga a bien comunicárselo al
caritativo Sanfelice, Arzobispo de Nápoles, para
el envío de los mencionados huerfanitos, el día
que juzgue más oportuno.
Con profunda veneración, tengo el alto honor de
poderme profesar,
De V. S. Rvma.
Turín, 4 de agosto de 1883.
Afmo. servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
El Vicario Capitular comunicó al Arzobispo de
Nápoles el ofrecimiento de don Bosco y le
respondió que monseñor Sanfelice agradecía su
generosidad y que no dejaría de aprovecharla
oportunamente.
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