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((**Es16.247**) hombres, sin excluir a los que no piensan como nosotros en materia de religión. Si alguno nos hace la guerra, hay que decir que no nos conoce o no sabe lo que hace, Nuestra obra sólo busca la instrucción cívica y la educación moral de la juventud abandonada o en peligro, para alejarla del ocio, de la mala vida, del deshonor y, tal vez, de la misma cárcel. Por tanto, >>qué hombre sensato, qué autoridad civil podría impedírnosla? He estado, como sabéis, últimamente en París y hablé en varias iglesias para explicar la razón de nuestras obras y, digámoslo francamente, para sacar dinero, con que pagar el pan y el arroz para nuestros jóvenes, que no pierden nunca las ganas de comer. Pues bien, había entre los oyentes algunos que sólo habían ido para conocer las ideas políticas de don Bosco. Ya se sabe, unos suponían que yo había ido a París para armar la revolución, otros para buscar adeptos a un partido; y, por eso, hubo personas de bien que temían realmente que se me gastara alguna mala broma. Pero, desde mis primeras palabras, se desbarataron todas las ilusiones, se disiparon todos los temores y dejaron a don Bosco en libertad para recorrer Francia de punta a cabo. No, de ningún modo, no hacemos política con nuestra obra. Respetamos a las autoridades constituidas, acatamos las leyes que se deben cumplir, pagamos los impuestos y seguimos adelante, sólo pedimos que nos dejen ((**It16.291**)) hacer el bien a la juventud pobre y salvar almas. Si se quiere, también nosotros hacemos política; pero completamente inofensiva, más aún, ventajosa para toda clase de gobierno. Se define la política como la ciencia y el arte de bien gobernar al Estado. Ahora bien, la labor del Oratorio en Italia, en Francia, en España, en América, en todos los países donde ya se ha establecido, puesto que se dirige especialmente a ayudar a la juventud más necesitada, tiende a disminuir los díscolos y vagabundos, a mermar el número de los pequeños delincuentes y ladronzuelos, a vaciar las cárceles; tiende, en una palabra, a formar buenos ciudadanos que, en vez de molestar a las autoridades civiles, les servirán de apoyo para mantener el orden, la tranquilidad y la paz en la sociedad. Esta es nuestra política; es la única de la que nos hemos ocupado hasta ahora y nos ocuparemos en lo porvenir. Y es precisamente este método el que ha permitido a don Bosco hacer el bien, primero a vosotros y, después, a tantos otros jóvenes de toda edad y lugar. Y, además, >>para qué entrar en política? >>Qué podríamos alcanzar con todos nuestros esfuerzos? Nada más que imposibilitar, tal vez, nuestra obra de caridad. La política de hoy día puede considerarse como una locomotora, que corre veloz sobre los raíles, arrastrando tras sí un convoy, quizás hasta dar en un despeñadero y en la ruina. >>Queréis colocaros en mitad de la vía para pararla? Os aplastará. >>Queréis gritar para espantarla? No oye y os desgañitaríais inútilmente. Por tanto, >>qué hacer? Ponerse a uno y otro lado y dejarla pasar hasta que se pare por sí misma o la pare Dios con su poderosa mano. Desde luego, tiene que haber en el mundo quienes se interesen por la política, para aconsejar, señalar los peligros y otras cosas; pero no nos compete esta finalidad a nosotros pobrecitos. Por el contrario, la religión y la prudencia nos dicen: -Vivid como buenos cristianos; trabajad por la educación moral de vuestros hijos, enseñad bien el catecismo. Esta, repito, es la conducta de don Bosco, el cual es tan poco dado a la política que ni lee los periódicos; que sea ésta también vuestra conducta, queridos hijos míos... A la fiesta del veinticuatro siguieron las dos invitaciones a los antiguos alumnos seglares y a los eclesiásticos, para el domingo, quince, y (**Es16.247**))
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