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((**Es16.246**) al hombre de la caridad. Escribía, en efecto, un semanario turinés 1: <>Y para qué? Para ver a don Bosco. Todo Turín estaba allí para ver a ese hombre popular como ninguno, un hombre del que un demócrata de alto grado decía hace muy poco: >>-En Turín no hay más que dos hombres verdaderamente populares, Gianduia 2 y don Bosco>>. Para evitar repeticiones, diremos sólo lo suficiente para recoger preciosas palabras del festejado. Don Bosco habló varias veces; pero sólo ha llegado hasta nosotros el contenido de dos charlas. La primera fue para los representantes de los antiguos alumnos, llegados, como de costumbre el día veinticuatro por la mañana para presentarle sus felicitaciones y regalos. Le ofrecieron la corona de madera ((**It16.290**)) dorada, que estuvo en otro tiempo colgada sobre el altar mayor. Fue costeada con espontáneas ofrendas recogidas entre los primeros jóvenes del Oratorio, esparcidos a la sazón por muchas partes. Leyó, en nombre de todos, un afectuoso discurso y declamó, ademas, una poesía original, don Honorato Colletti, cura párroco de Faule. Don Bosco, después de expresar la satisfacción que experimentaba en aquel momento, al ver a los representantes de sus numerosos y amadísimos hijos y agradecer el precioso regalo, siguió diciendo: Verdad es que el orador y poeta, al hablar de don Bosco, cayó en piadosas exageraciones y empleó la figura retórica llamada hipérbole; pero es ésta una licencia perdonable a los hijos que, al manifestar sus sentimientos, siguen más lo que les dicta el corazón que lo que les sugiere la mente. Pero no olvidéis que don Bosco no fue ni es más que un mísero instrumento en manos de un artista habilísimo, de un artista sapientísimo y omnipotente, que es Dios; désele, por tanto, a Dios toda alabanza, todo honor y toda gloria. Por lo demás, ha dicho muy bien nuestro querido don Honorio, al afirmar que el Oratorio ha hecho hasta ahora grandes cosas; y yo os añado que, con la ayuda de Dios y con la protección de María Auxiliadora, hará otras todavía mayores. Además de la ayuda del cielo, también nos ha facilitado y facilitará obrar el bien la misma naturaleza de nuestra obra. El fin que nos proponemos resulta agradable a todos los 1 La Stella Consolatrice, 30 de junio de 1883. 2 Personaje gracioso del teatro popular piamontés. (**Es16.246**))
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