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al hombre de la caridad. Escribía, en efecto, un
semanario turinés 1: <>Y para qué? Para ver a don
Bosco. Todo Turín estaba allí para ver a ese
hombre popular como ninguno, un hombre del que un
demócrata de alto grado decía hace muy poco:
>>-En Turín no hay más que dos hombres
verdaderamente populares, Gianduia 2 y don
Bosco>>.
Para evitar repeticiones, diremos sólo lo
suficiente para recoger preciosas palabras del
festejado.
Don Bosco habló varias veces; pero sólo ha
llegado hasta nosotros el contenido de dos
charlas. La primera fue para los representantes de
los antiguos alumnos, llegados, como de costumbre
el día veinticuatro por la mañana para presentarle
sus felicitaciones y regalos. Le ofrecieron la
corona de madera ((**It16.290**))
dorada, que estuvo en otro tiempo colgada sobre el
altar mayor. Fue costeada con espontáneas ofrendas
recogidas entre los primeros jóvenes del Oratorio,
esparcidos a la sazón por muchas partes. Leyó, en
nombre de todos, un afectuoso discurso y declamó,
ademas, una poesía original, don Honorato
Colletti, cura párroco de Faule. Don Bosco,
después de expresar la satisfacción que
experimentaba en aquel momento, al ver a los
representantes de sus numerosos y amadísimos hijos
y agradecer el precioso regalo, siguió diciendo:
Verdad es que el orador y poeta, al hablar de
don Bosco, cayó en piadosas exageraciones y empleó
la figura retórica llamada hipérbole; pero es ésta
una licencia perdonable a los hijos que, al
manifestar sus sentimientos, siguen más lo que les
dicta el corazón que lo que les sugiere la mente.
Pero no olvidéis que don Bosco no fue ni es más
que un mísero instrumento en manos de un artista
habilísimo, de un artista sapientísimo y
omnipotente, que es Dios; désele, por tanto, a
Dios toda alabanza, todo honor y toda gloria.
Por lo demás, ha dicho muy bien nuestro querido
don Honorio, al afirmar que el Oratorio ha hecho
hasta ahora grandes cosas; y yo os añado que, con
la ayuda de Dios y con la protección de María
Auxiliadora, hará otras todavía mayores. Además de
la ayuda del cielo, también nos ha facilitado y
facilitará obrar el bien la misma naturaleza de
nuestra obra. El fin que nos proponemos resulta
agradable a todos los
1 La Stella Consolatrice, 30 de junio de 1883.
2 Personaje gracioso del teatro popular
piamontés.
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