Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es16.227**) Oratorio, habló en nombre de todos los asociados, preguntando al <> el secreto que le permitía hacer tanto bien. Resultó notable, por más de un motivo, este paso: <>. Era lógico que, frente al ateísmo oficial, recordaran con nostálgico pensamiento el pasado monárquico los que bajo la tercera república se lamentaban de ver cómo se rompían, uno tras otro, los lazos de otro tiempo entre religión y patria; pero don Bosco se guardó mucho en toda circunstancia de proferir una palabra que, aun de lejos, pudiese saber a política. Le fue ofrecida, por último, una medalla de la obra, ((**It16.266**)) que llevaba la cruz en el anverso y el lirio del escudo de la ciudad en el reverso 1. <>, la señora Niel agradecía por carta a don Bosco el honor y la satisfacción que proporcionaba a su familia al aceptar la invitación para el mediodía del viernes, día once, en Roubaix, ciudad situada a poco más de diez kilómetros de Lille. También el marido, que había asistido a la conferencia de San Mauricio, consideraba aquella visita como <>. Sirvióle una comida espléndida un señor, cuyo linaje y apellido callan nuestras fuentes. El ojo de don Bosco contemplaba la magnificencia de los preparativos y el valor de los platos; qué pensamientos pasaban, mientras tanto, por su mente, lo reveló hacia el fin, cuando llegó el momento oportuno y dijo al anfitrión: -Desearía, señor, satisfacer una curiosidad. Desde que nos hemos sentado a la mesa, todavía no me he podido librar de ella. -Diga, diga, contestó el señor. -Pero quizás resulte demasiado indiscreta mi pregunta. -Diga, diga con toda libertad. -Quisiera saber cuánto ha costado esta comida. 1 Véase Apéndice, doc. núm. 65, A-C. (**Es16.227**))
<Anterior: 16. 226><Siguiente: 16. 228>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com