((**Es16.215**)
anteriormente; pero en la conclusión manifestó sus
planes para París, diciendo:
Espero que las piadosas señoras y señores de
esta grande y tan caritativa ciudad de París nos
ayudarán a establecer aquí una casa de este
género. Es algo que se pide por todas partes. Hay
manera de establecer también en París una casa
como las de Marsella, Niza y Turín. Creo que se
puede abrir aquí una, que satisfaga todas las
necesidades. No pido por ahora grandes medios de
momento, sólo deseo que se me ayude para comprar
un terreno y construir una casa, donde albergar a
estos pobres muchachos.
Es una obra grande, o más bien una obra
pequeña, pues deseo que sea una obra sencilla y
que no meta ruido. Todos los vagabundos viven, en
cierto modo, bajo la vigilancia de la autoridad,
pero, de ladronzuelos como son, no tardan en pasar
a ladrones de verdad.
Es de esperar que la ciudad de París, que ya
ayudó tantas veces nuestras obras, aunque situadas
lejos de aquí, nos socorrerá en esta ocasión para
fundar una casa, donde recoger a los jóvenes, que
día y noche molestan a las personas de bien.
El Señor recompensará con largueza cuanto
hagáis, y la sociedad os lo agradecerá. Además,
los jóvenes que con nuestros cuidados se salvarán
gracias a vuestra ayuda, os bendecirán. Cuando nos
presentemos ante Dios para ser juzgados, estas
almas dirán:
-Son nuestros bienhechores, que gastaron tiempo
y dinero para salvar nuestras almas; si nos hemos
salvado, a ellos se lo debemos. Pues bien,
concededles ahora, Señor, la misericordia que
prometéis en el Evangelio. Puesto que ellos nos
ayudaron a salvarnos, sálvense ellos también.
((**It16.252**))
Mientras los diarios publicaban esta conferencia 1
apareció en el Figaro del día dieciocho un largo y
serio artículo, que el escritor Saint-Genest, ya
conocido por nosotros, había enviado el día
catorce, desde ín a su paso por la ciudad, y que
terminaba así:
<> 2.
Pero ya el Petit Moniteur había escrito con
antelación:
<(**Es16.215**))
<Anterior: 16. 214><Siguiente: 16. 216>