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sacristía; muchos esperaban a que saliese para
presentarle enfermos.
Cuando finalmente arrancó su coche para llevarlo a
casa de la señora VendryŠs, vióse cercado por
tantas personas que tuvo que avanzar con mucha
lentitud; grupos de personas se arrodillaban aquí
y allí para que las bendijera. Una revista
religiosa 1, informaba de estas demostraciones a
sus lectores próximos y lejanos, y escribía:
<> ((**It16.247**)).
A lo largo de la calle SŠvres, una de las
arterias más aristocráticas de París, se
encuentran iglesias, casas religiosas, centros
educativos, obras católicas; en ella tenía también
su sede, cerca de los Paúles, el Patronato de los
orfanatos, cuyo fin era favorecer y desarrollar
las Instituciones destinadas a recoger a pobres
huérfanos del campo y hacer de ellos unos buenos
cristianos y útiles labradores y hortelanos. La
obra no albergaba a ninguno sino que los colocaba
en orfanatos apropiados para los niños y repartía
subsidios anuales a los directores de hospicios
agrícolas, que estuviesen organizados
satisfactoriamente, sobre todo cuando se trataba
de fundaciones recientes y de tipo rural. Sus
ingresos procedían de legados y donativos de
bienhechores, de colectas y del producto de una
cuestación anual. El marqués de Gonvello, celoso y
generoso promotor de la obra, había establecido
que sus socios y simpatizantes, que se dedicaban
de esta manera a la adopción de la infancia,
pudiesen oír al sacerdote, que consagraba toda su
vida a la redención de la juventud abandonada;
procuró, pues, que se celebrase una junta solemne
presidida por don Bosco.
Los invitados se reunieron en San Lázaro, donde
tuvieron la ventaja de encontrarse como en
familia, al abrigo de las apreturas que solían
producirse alrededor de don Bosco en los locales
abiertos al público; todos pudieron verle y oírle
a su gusto. La reunión se celebró
1 Rosier de Marie, París, 12 de mayo de 1883.
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