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en la Patagonia entre los salvajes. Es un inmenso
territorio cubierto de tinieblas, las tinieblas de
la idolatría, y es un grandísimo milagro del Señor
convertir un pueblo a la verdad. Se necesitan para
ello muchas oraciones, mucho trabajo y mucho
tiempo. El tiempo es de Dios, el trabajo de los
Misioneros, la oración de todas vosotras. Pedid,
pues, que Dios toque los corazones y aumente el
número de los cristianos y de los devotos de
María. Por mi parte, rezaré y haré rezar para que
vosotras lleguéis a ser todavía más santas y nos
podamos encontrar todos juntos en el cielo.
-Padre, dijo el secretario arzobispal, también
hay casas del Sagrado Corazón en América, como en
Chile y en otras partes.
-íBien, muy bien! Me alegro muchísimo. >>Tenéis
también en Brasil?... Las necesitan muchísimo. Hay
poquísimos sacerdotes para un territorio tan
extenso como doce veces Francia... íOh! Sí, hay
extrema, extrema necesidad.
Dicho esto, se recogió, hizo rezar una avemaría
y bendijo a todas las personas de la casa y a sus
familias. Al salir de la sala, encontró a una
alumna retrasada mental puesta allí para que la
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bendijera. Se detuvo ante ella y, con mucha
atención y bondad, le dijo:
-Rezad cada día, hasta la fiesta de todos los
Santos un padrenuestro y una avemaría y sed muy
obediente.
Después la bendijo muy despacito y con afecto.
Junto a la puerta de la sala estaban agrupadas
las novicias, que habían podido oír sus palabras.
Le fueron presentadas dos; una le pidió oraciones
por su madre y la otra por su padre. Este, alejado
de Dios, estaba furioso, porque la hija quería
hacerse religiosa. Don Bosco las miró con ternura
y prometió sus oraciones; después dijo a la
segunda que su padre cambiaría de vida y tendría
una buena muerte, como sucedió unos años más
tarde. Miró sonriendo paternalmente a la primera y
le dijo que su pobre madre era una alma de Dios,
buena y santa, a pesar de su pasajero descontento
y que no tardaría en ir a visitarla y ser amiga
del convento hasta la muerte. También se
cumplieron estas predicciones.
Pasó por último a las alumnas, reunidas en otra
sala próxima. Se lee en el diario de la casa:
<>. Manifestó ante todo su satisfacción al
ver que eran tantas. Y añadió:
-Me alegra siempre mucho observar que las casas
del Sagrado Corazón están en todas partes repletas
de alumnas. Bendito sea Dios por ello. Es para mí
una gran satisfacción ver cómo Dios ha escogido
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