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a la desdichada amiga y logró llegar hasta el
Santo y presentársela, suplicando que le obtuviera
el oído y el habla. Don Bosco escuchó con
benevolencia, reflexionó un ratito y, después,
sugirió la consabida novena a María Auxiliadora.
Pues bien, se aproximaba la novena a su término
cuando, de repente, un día la sordomuda empezó a
repetir los sonidos, que se producían a su
alrededor: ya oía. Y no tardó mucho en lanzarse a
hablar, ayudada por las amigas.
Habiendo preguntado a sor Isabel qué impresión
causaba la visión de don Bosco, contestó:
-Impresión de bondad paternal. Era de todos y
para todos, aunque ya estaba delicado de salud y
apenas se mantenía en pie. Cuando se le hacía una
pregunta, callaba un momento antes de contestar,
como si esperase de lo alto el consejo que se
esperaba de sus labios.
Como ya se dijo, no quiso el Santo dejar
desconsolada a la Comunidad; pero estaba aquel día
en Grenelle un señor amigo de las Hermanas, el
cual, encontrándose un momento a solas con él, le
suplicó que pidiese a Dios ((**It16.184**)) la
curación de la Madre; cerró el Santo los ojos y,
haciendo con la cabeza un gesto negativo,
respondió claramente:
-No. La obra es de Dios y subsistirá sin ella.
La madre María de Jesús voló al cielo el día
dieciocho de septiembre. Había nacido el 7 de
noviembre de 1824; le faltaba, por tanto, poco más
de mes y medio para cumplir los cincuenta y nueve
años.
Volvemos a seguir el hilo por orden
cronológico. El jueves, 26 de abril, celebró don
Bosco la misa en el orfanato de la Presentación,
fundado por el canónigo Pelgé, en Passy, suburbio
de París, en la calle Nicol_. Asistióle en el
altar el mismo fundador de la casa. En la
capillita, toda ella blanca y dorada, había un
enjambre de niñas de tres a cuatro años que
ocupaba el espacio próximo al celebrante; venían
después las mayorcitas, que interpretaron cánticos
angelicales. Hubo muchas comuniones. Acabadas las
numerosas audiencias, encontró don Bosco el patio
atestado de gente, que esperaba su paso, para
presentarle enfermos y pedirle la bendición.
El 27 celebró la misa en las Damas del Retiro o
del Cenáculo, en la calle La Chaise. A las siete,
empezó a llegar gente para asistir a ella; como
eran todas personas distinguidas, escribían su
nombre en un registro antes de entrar. En el coro
se colocó la familia De Cessac, por cuya intención
iba a ofrecer don Bosco el santo sacrificio.
Cuando se llenó la capilla, resignáronse a
quedarse en el amplio locutorio los que iban
llegando: entre unos y otros pudiéronse acomodar
unos cuatrocientos señores y señoras. Había entre
los presentes enfermos de toda
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