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presté mi modesta cooperación a los primeros
miembros de la Sociedad enviados por él a
Battersea en noviembre de aquel año. Desde
entonces he estado siempre en afectuosa e íntima
relación con sus hijos, no sólo en Inglaterra,
sino dondequiera los encontré ((**It16.174**)) por el
mundo. Don Bosco pasó a recibir la recompensa
celestial a principios del 1888, y desde entonces
lo he honrado e invocado constantemente como a un
santo>> 1.
El entusiasmo de los seminaristas de San
Sulpicio repercutió en el seminario menor de San
Nicolás del Chardonnet, en la calle Pontoise.
Tres semanas después, el secretario de don Bosco
recibió una carta, escrita en nombre de sus
superiores y alumnos, que empezaba así: <>No es la bendición
de un santo una gracia especial de Dios y una
prenda de su valiosa protección?>> 2.
Invocaban la intervención del secretario y se
interpuso, además, en el asunto la señora Mollie
3, celosa cooperadora, que el día dieciséis de
mayo habló de ello al Siervo de Dios. Don Bosco
que, por los jóvenes, estaba dispuesto a hacer
cualquier sacrificio, quiso contentar a aquellos
alumnos, tal vez el día veintidós de mayo, al
salir de casa de las Hermanas de Sión.
También las Hermanas de la Visitación de otro
monasterio de París, en la calle Vaugirard, fueron
de las primeras religiosas que lograron alcanzar
una misa de don Bosco. ((**It16.175**)) Fue a
celebrar en su monasterio el día veinticuatro de
abril. A las siete de la mañana,
1 Véase Apéndice, doc. núm. 33 bis.
2 El Director de San Sulpicio estaba sobre
ascuas porque, a pesar de sus intentos, no logró
volver a ver a don Bosco para agradecer su visita;
por lo cual, a los ocho días, se decidió a
escribirle. Le decía: <>. A la carta unía trescientos veinte
francos para sus obras (Apéndice, doc. núm. 32).
3 El Univers del cuatro o cinco de mayo,
llevaba este anuncio: <>. También en casa
Sénislhac se repartían ejemplares del Bulletin.
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