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Y ya que andamos con el tema de los periódicos,
añadiremos que don Bosco quiso dedicar parte de su
tiempo parisiense a la familia del que había sido
el príncipe de los periodistas católicos y había
trabajado y sostenido tantas batallas desde las
columnas del L'Univers contra todos los enemigos
de la Iglesia. Nos referimos a Luis Veuillot, que
había fallecido el día siete del último abril. Don
Bosco llevó a sus afligidos parientes la palabra
del consuelo cristiano. Su visita fue portadora de
suave bálsamo especialmente a la hermana Elisa,
que había compartido con Luis una vida de fe y
laboriosa caridad. Cincuenta años más tarde de
aquel día, que no sabemos precisar, su nieto
Francisco, que era entonces pequeñín y recibió la
bendición del Siervo de Dios, sentía todavía en su
frente el tacto de aquella mano <> (cargada de gracias divinas) y
gozaba anunciando la próxima vuelta de don Bosco a
París, ceñido con la aureola de los Santos para
tomar posesión de la iglesia, que allí se levanta
dedicada a su nombre 1.
La familia de la condesa De Rites tuvo la
suerte de oír, el día veintitrés de abril, la misa
celebrada por don Bosco en su oratorio privado, en
el barrio de San Germán. Le hicieron usar el mismo
cáliz, de que se había servido Pío IX el 8 de
diciembre de 1855, primer aniversario de la
definición dogmática de la Inmaculada Concepción.
Asistióle en el altar el abate Sire de San
Sulpicio, cuyo nombre está ligado a un recuerdo
monumental del histórico acontecimiento. Fue él
quien hizo ((**It16.171**))
traducir la bula Ineffabilis a cuatrocientos
idiomas, entre lenguas y dialectos, formando con
ellos ciento diez volúmenes, que, encerrados en un
precioso cofre, ofreció el día 11 de febrero de
1877 a Pío IX. El magnífico regalo ya había sido
admirado por don Bosco en la sala de la Inmaculada
Concepción, en el Vaticano, y le resultó muy grato
aquel encuentro con quien lo había ideado 2.
Acudieron a la capilla de la noble familia
otras cincuenta personas de la aristocracia
parisiense. El hijo de la señora de Poulpiquet,
exzuavo pontificio, hizo una colecta en el momento
del ofertorio, y recogió una bonita cantidad para
el celebrante. La mayoría de los presentes comulgó
de manos del Santo, que recibió en audiencia a los
que habían asistido.
Probablemente corresponde al abate Sire el
mérito de haber proporcionado
1 La Vie Sociale, semanario de París, 21 de
mayo de 1933. El Osservatore Cattolico de Milán en
el número del 7-8 de mayo de 1883 publicó un
paralelo interesante entre Luis Veuillot y don
Bosco (véase Apéndice, doc. núm. 31).
2 El abate Sire fue, además, uno de los que
ayudaron a los secretarios de don Bosco al
despacho de la correspondencia.
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