((**Es16.135**)no
quiero hacerle esperar mi respuestas Usted me
habla sinceramente y yo también quiero hacerlo con
usted. Respondo que tomaría el camino más seguro,
onfesándome.
-Bien; y, >>por qué no hacerlo ahora que está
sano y robusto y, por consiguiente, en tiempo
útil?
-Compréndalo; practicar es algo difícil.
-No es verdad, no es difícil. Pero, aunque lo
fuera, un hombre sensato y de buen corazón como
usted, tendría que superar la dificultad mirando a
la eternidad.
-Lleva usted razón. Si tiene la bondad de
escucharme estoy dispuesto sin más a hacer mi
confesión.
-Lo siento, no puedo; hay mucha gente esperando
fuera; pero le voy a dar la dirección de un buen
sacerdote conocido y amigo mío, que le atenderá
muy amablemente.
Escribió después una tarjetita para el párroco
de la Madeleine y se la dio. Tres días después,
asistió aquel señor a la misa ((**It16.153**)) de don
Bosco y recibió en ella la santa comunión. Fue a
visitarle otra vez y no acababa de darle las
gracias por haberlo reconciliado con Dios.
-Había venido a hablar con usted para discutir,
le dijo, pero me ha atrapado santamente en la red
sin discusiones. Nunca olvidaré la entrevista que
tuve con usted.
Dos visitas, una más extraordinaria que la
otra, recibió don Bosco en días distintos ya
avanzada la tarde; ambas tienen algo de increíble
y misterioso.
Presentósele una tarde un personaje de muy
distinguido aspecto, y le pregunto:
->>Es usted don Bosco?
-Sí; le respondió, >>en qué puedo servirle?
-Tenía gran deseo en conocerle.
-Será un gran gusto para mí conocerle a usted.
>>Quién es usted?
->>Ha oído hablar de Pablo Bert?
-íOh, sí! se ha hablado mucho de él estos días.
Seguía en efecto la agitación en favor y en
contra de un libro suyo, impuesto en las escuelas
primarias y que se titulaba Manuel civique. Los
católicos lo combatían abiertamente. Fue puesto en
el Indice; veintisiete obispos franceses
publicaron pastorales prohibiendo su lectura;
algunos llegaron hasta a negar los sacramentos a
los maestros y a los muchachos que lo utilizasen
1. Se enseñaba en él que Dios es un ser
incomprensible, la religión un prejuicio de los
tiempos y una
1 G. SODERINI, Leone XIII, tomo II, pág. 243.
(**Es16.135**))
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